jueves, 5 de junio de 2008

La política del desarrollo mexicano

ROGER D. HANSEN
En este capítulo se trata de describir los aspectos del “mecanismo de crecimiento” de la economía mexicana. Durante las tres décadas posteriores a 1940 la economía mexicana ha crecido a una tasa anual de más del 6 por ciento; en datos per capita, la tasa ha excedido del 3 por ciento. Durante ese periodo la producción manufacturera se ha elevado aproximadamente en 8 por ciento al año. La producción agrícola creció a una tasa aún más rápida durante la primera década de ese periodo, y bajó a una tas anual de incremento de 4.3 por ciento durante la década siguiente. Entre 1940 y 1962, el producto medio por persona empleada en el sector agrícola se elevó en 68 por ciento, o sea el 2.4 por ciento anual.Los desplazamientos por sector, tanto en el periodo como en la ocupación, ocurridos en los últimos 30 años, ilustran la naturaleza fundamental de los cambios que ha experimentado la economía mexicana.Entre 1935 y 1960, más de la mitad de la inversión del sector público se destinó a gastos capitales de infraestructura en la agricultura, transportes y comunicacionesLa prioridad en la inversión pública se desplazó del recientemente próspero sector agrícola hacia la industria y los transportes.Durante los años comprendidos entre 1939 y 1960, el sector público financió más de las tres cuartas partes de sus programas de inversión con sus propios ahorros, esto es , con el ingreso gubernamental neto, deducidos los gastos de cuenta corriente, y el superávit de las empresas y organismos estatales descentralizados.México se asemeja más a sus vecinos del sur en el renglón de la política comercial. Su mercado interno está altamente protegido, lo que se debe al compromiso adquirido por el gobierno mexicano con respecto a la industrialización a partir de los años de Cárdenas (1934-1940), y particularmente durante las presidencias de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán (1946-52) y Adolfo Ruíz Cortines (1952-58). Dos son las políticas principales que se han empleado para aislar al productor nacional de la competencia extranjera. En los primeros años se acudió a la protección arancelaria en proporciones considerables para impulsar a los inversionistas nacionales a iniciar empresas que sustituyeran a las importaciones. La política de la administración de Ávila Camacho fue ofrecer protección a prácticamente todas las industrias nuevas que aparecieron en México durante los años de la guerra . Miguel Alemán, aún más determinado que su antecesor a lograr la meta de la industrialización mexicana, continúo aplicando una amplia protección arancelaria para alentar las inversiones del sector privado.Para fines de la sexta década se había desarrollado un complicado sistema de licencias para la importación, y este control directo sobre las importaciones constituye actualmente la principal forma de protección mexicana. Ese programa se inició en la quinta década con el doble objetivo de incrementar el ritmo de la industrialización y de conservar las escasas divisas para la importación de artículos que no fueran de lujo.Las políticas comerciales que aseguran al empresario mexicano un mercado interno protegido, se han complementado con otros incentivos a la inversión privada. En los primeros años del periodo se dieron a los industriales concesiones fiscales importantes. A partir de 1941 se concedieron exenciones del pago de los impuestos principales, para periodos que variaban de cinco a diez años, a las empresas nuevas y a las consideradas como necesarias para el desarrollo industrial de México. También se redujeron los gravámenes para la importación de materias primas y equipos para las empresas manufactureras. Los subsidios a la inversión y el tope a las tasas nominales de interés fueron un aliciente adicional para los empresarios mexicanos; a resultas de esta última política, es posible que el costo de los créditos haya llegado a niveles incluso negativos, durante los años inflacionarios de fines de la quinta década y principios de la sexta.Un último elemento muy importante para el programa de estímulos a la industrialización fueron los efectos que tuvo la política impositiva sobre la distribución del ingreso nacional. A fines de la cuarte década y en la quinta, el gobierno mexicano acudió al financiamiento inflacionario de los gastos del sector público.La economía mexicana, como todos los sistemas económicos que básicamente son de libre empresa, es al mismo tiempo un “mecanismo de distribución”; tal vez los obstáculos fundamentales al proceso de desarrollo que se han presentado en América Latina se deben a que las políticas destinadas a alimentar los mecanismos de crecimiento influyen también en la distribución de la riqueza dentro de las sociedades. En México, generalmente las políticas monetaria, fiscal, comercial y laboral han estado destinadas a incitar a la comunidad que se dedica a los negocios, para que ahorre e invierta en el mercado nacional proporciones crecientes de sus utilidades que van en aumento; pero estas mismas políticas, aplicadas en forma eficaz para acelerar el crecimiento, han tendido a provocar-o cuando menos a reforzar- una pauta muy inequitativa en la distribución del ingreso.Durante la quinta década la distribución del ingreso en México se caracterizó por 1) ingresos rápidamente crecientes de las empresas, 2) entradas per cápita derivadas de los salarios y sueldos, con un lento incremento y 3) una reducción de las tasas del salario real. El resultado fue una distribución del ingreso cada vez menos equitativa; acompañada de una lenta elevación del nivel de vida general. La redistribución del ingreso a favor de las utilidades dio por resultado, tanto el logro de la ocupación plena de los recursos de capital como un proceso de inflación.La gran desigualdad en la distribución del ingreso en México es sobre todo un reflejo del nuevo dualismo que existe en el sector agrícola mexicano. En tanto que ha modernizado un pequeño segmento de la agricultura mexicana, quizá hasta el 85% por ciento de las propiedades privadas y ejidales en conjunto, todavía se cultivan en forma primitiva. El resultado es que en el sector agrícola el producto por trabajador es sólo un sexto de lo que es en el resto de la economía.La Constitución de 1917 definió a la democracia “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”, e incluyó muchos artículos destinados específicamente a promover el mejoramiento social y económico de los segmentos menos favorecidos de la sociedad mexicana. Particularmente importantes para tratar de comprender la paradoja implícita en la estrategia mexicana para el desarrollo posterior a 1940, son los artículos 27 referente a la reforma agraria y el 123 referente a los derechos obreros.

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