jueves, 5 de junio de 2008

La Democracia en México

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
Al hablar de desarrollo económico estamos refiriéndonos, querámoslo o no, a un fenómeno mucho más amplio que el simple crecimiento del producto, o la sola mejoría de los niveles de vida; a un problema de orden moral y político. El termino desarrollo económico es sucesor y heredero de otros como “Civilización” o “Progreso”, quizá menos técnicos pero más comprensivos, que apuntaban expresamente a la misma idea que supone el término “desarrollo económico”; a un tipo de moral igualitaria, que está en el trasfondo de toda ética social desde el siglo XVIII, y en la base de toda actividad política-pacífica o violenta- desde que en ese mismo siglo se inicia, en forma sostenida, la revolución de las grandes expectativas populares.La teoría del desarrollo económico es en gran parte una de las más recientes respuestas a esta expresión moral y política de las masas. Pero por razones técnicas e ideológicas, suele olvidar en qué radica esencialmente el origen del problema del desarrollo y su solución; reduce su análisis al crecimiento del producto; a lo más, a su distribución; y descuida la vinculación de estos fenómenos con el campo político y social, aunque ocasionalmente lo recuerde.El texto constitucional de México-como el de los demás países latinoamericanos- se inspira en las ideas de la Ilustración Francesa y de los constituyentes de Filadelfia. Las ideas de Rousseau sobre “la soberanía popular”, las de Montesquieu sobre la división y equilibrio de los “tres poderes” y la de los “contrapesos y balanzas” del poder estatal, a que se refiere Madison en El Federalista, son el fundamento teórico-jurídico de nuestras constituciones políticas.En la evolución de la democracia de tipo euroamericano, con posterioridad al florecimiento de las ideas ilustradas, surge una organización que, desde la segunda mitad del siglo XIX no puede ser ignorada al analizar el juego democrático. Son los sindicatos y uniones de trabajadores. En México el artículo 12 de la Constitución-uno de los mas avanzados, y pioneros en su género-reconoce el derecho de asociación de los trabajadores, así como el derecho de huelga.En realidad, el sindicalismo-como fuerza política-presenta múltiples características de una variable dependiente, no sólo del partido del gobierno, sino específicamente del Ejecutivo.En resumen, se advierte que el sistema de “equilibrio de poderes" no funciona. Hay un desequilibrio marcado que favorece al Ejecutivo.Aparentemente el Legislativo tiene una función simbólica. Sanciona actos del Ejecutivo. Les da una validez, una fundamentación de tipo tradicional y metafísico, en que los actos del Ejecutivo adquieren la categoría de leyes, o se respaldan y apoyan en el orden de las leyes, obedeciendo a un mecanismo simbólico muy antiguo, aunque de tipo laico.La Suprema Corte de Justicia obra con independencia respecto del Poder Ejecutivo, y constituye en ocasiones, un freno a los actos del presidente de la República o de sus colaboradores. Tiene como función dejar que, en lo particular, ciertos actos y medidas del Ejecutivo queden sujetos a juicio. Su función principal es dar esperanza, a los grupos y personas que pueden utilizar este recurso, de salvar en lo particular intereses o derechos.La idea de una federación integrada por estados libres y soberanos, típica del modelo elaborado por los constituyentes de Filadelfia-y recogida por todas nuestras constituciones liberales hasta la actual- no corresponde a la dependencia real que guardan los estados respecto del presidente.Esta dependencia tiene características políticas, militares y económicas.El problema de la libertad municipal tiene raíces muy profundas. La libertad municipal es una institución que en frecuencia no existe desde su base misma. Ni la estructura del poder local ni la actividad política de los vecinos derivan en algo que se parezca a un municipio libre. Y la entidad política que surge y se denomina municipio libre está en realidad, controlada por el poder estatal y la Federación.Los verdaderos factores del poder en México, han sido y en ocasiones siguen siendo: a) los caudillos y caciques regionales y locales; b) el ejército; c) el clero; d) los latifundistas y los empresarios nacionales y extranjeros. Se trata en todos los casos, de instituciones que han influido o influyen directamente en la decisión gubernamental, cuya acción como instituciones políticas no sólo era ajena a la teoría euroamericana de la democracia (para la política todos ellos deberían haberse organizado con los ciudadanos), sino que incluso la mayoría eran el blanco de toda la ideología liberal.México está ubicado en la zona de influencia de la economía y el Estado norteamericanos, a cuyo favor opera el factor de dominio. Su historia internacional en lo que va del siglo XIX-sobre todo en el periodo de la Revolución Mexicana- es una historia de medidas políticas, militares, económicas, que buscan limitar la influencia norteamericana e incrementar la capacidad de negociación del Estado mexicano, Historia de tropiezos, avances y retiradas, la dinámica de la desigualdad no se rompe. A distintos niveles, y con una capacidad de negociación mucho más alta de la que teníamos en el pasado, el mismo problema se sigue planteando, ora en el terreno económico, ora en el político y el cultural.Es evidente que México es un Estado, y el Estado mexicano-presidencialista-es dueño de los instrumentos vitales de la economía nacional. Todos esos son hechos que explican por qué en medio de condiciones externas difíciles, México puede hoy-después de una revolución popular que originalmente sentó las bases del Estado-continuar una política de liberación y nacionalización-como la reciente compra de la industria eléctrica-y una política internacional independiente, basada en sus tradiciones nacionales y útil para conservar su capacidad de negociación en lo económico, como el no aceptar pactos militares con losa Estados Unidos, o no alinearse servilmente en la política norteamericana contra Cuba.Si ello ha significado el que tenga una ayuda insignificante de los Estados Unidos en comparación con lo que han recibido en forma de donativos y ayudas otros países de América Latina (tres y medio millones de dólares en la década 1950-59 frente a 424 que recibe toda América Latina), ello ha significado también la existencia y sobre vivencia del Estado mexicano, y que en medio de las dificultades y presiones de México sea uno de los países de mayor estabilidad en América Latina, y quizás el único donde el sentimiento “antiamericano” ha cedido el paso a un sentimiento estratégico de la independencia nacional y el desarrollo.

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