sábado, 31 de mayo de 2008

ROSTROS MEXICANOS













EL EZLN

· El EZLN fue el primer movimiento guerrillero en el México moderno que conquistó, desde el primer día de su aparición, un espacio permanente en los medios de comunicación. Los anteriores grupos guerrilleros en vano pretendieron, como una parte esencial de su objetivo de lucha, penetrar en la lucha, penetrar en los medios.

· El espacio que en la prensa nacional e internacional ha ganado la guerrilla zapatista de Chiapas desde el 1 de enero de 1994 es de incalculable valor y marca una enorme diferencia con las guerrillas anteriores.



· El EZLN marcó una importante diferencia en la historia de los movimientos guerrilleros de México por su capacidad de convocatoria política en varios sectores sociales: caravanas estudiantiles, Convención Nacional Democrática, consulta nacional, foros especiales para los pueblos indígenas y para la reforma del Estado, reuniones internacionales como el Foro Continental Americano (abril de 1996) y el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (julio de 1996).



· La presencia política de la Iglesia es notabilísima en muchas áreas de esta zona de conflicto. De aquí la dificultad que enfrenta el gobierno federal para deslindar el territorio en que políticamente puede influir a profundidad la estructura obispal y el territorio político, militar o social del EZLN en que esta estructura no puede penetrar.



· El EZLN logró, al cabo de treinta años de lucha guerrillera y por vez primera, sobre todo, la negociación directa con el gobierno federal, que ha mostrado inexperiencia en dos aspectos principales: por su análisis reduccionista de los alzamientos armados y por el desconocimiento de la mentalidad y el discurso indígenas.


· El EZLN enarbola valores de cambios y transformaciones integrales de orden social que una gran parte de México quiere y que expresa a través de los foros nacionales e internacionales que él mismo ha convocado y de la lucha de sindicatos, manifestaciones numerosas, organizaciones de resistencia civil, protestas poselectorales y opinión pública.

· El 5 de enero de 1996, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Jorge Madrazo Cuéllar, propuso ante el Senado de la República, durante la Consulta Nacional sobre Derechos Humanos y Participación Indígena, crear una jurisdicción especial para que los pueblos indígenas resolvieran conflictos civiles, penales, laborales y mercantiles que las autoridades de cada estado pudieran convalidar u homologar mediante procedimientos sencillos y considero que era urgente efectuar modificaciones legales que garantizaran que en los municipios mayoritariamente indígenas los ayuntamientos fueran integrados por indígenas.



· La perspectiva social del primer Congreso del México independiente, el de 1824, empeñada en negar al indio, ocasionó precisamente que el país se organizara partiendo del supuesto de que los pueblos indígenas no existían.


· Ahora los pueblos indígenas no tienen autonomía en la forma que la desean, pero padecen el aislamiento de una isla “autónoma” de marginación y discriminación.



· Desde su aparición, el 28 de junio de 1996, hasta el 28 de agosto, diferentes comandos del EPR emprendieron emboscadas, ataques e incursiones violentas en varios puntos del estado de Guerrero.


· El EZLN o el EPR son apenas episodios, instantes de una lucha social de varias décadas en México. Su hipotético triunfo o fracaso social, no militar, no sería el éxito o fracaso de un grupo, sino el de la continuidad de treinta años de guerrilla o el de quinientos años de resistencia indígena.


· “Abrazar el neoliberalismo nos ha congraciado con el Primer Mundo y nos ha puesto en camino de corregir a marchas forzadas los rezagos de nuestra defectuosa inserción en la economía internacional. Al propio tiempo, la supresión del paternalismo estatal ha roto uno de los pilares del autoritarismo, abriendo cauces potenciales a la modernización democrática.”

· “La globalización económica y su correlato sistemático, el debilitamiento del Estado-nación, están en el trasfondo de la incapacidad de los gobiernos para dar satisfacción a sus electorados y en desapego de buena parte de las élites por asumir mayores responsabilidades sociales en el plano nacional”

(Ibarra, 1996, ciclo de conferencias “Los Compromisos con la Nación”)

· Al finalizar la segunda guerra mundial se contemplaba la construcción de un orden internacional distinto. En los últimos 25 años, el poder económico de las corporaciones trasnacionales a través del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del Acuerdo Mundial de Comercio han impuesto una globalización de la economía por encima de los organismos dependientes de la ONU.


· El “mercado libre” del norte de México con la agricultura de subsistencia y los habitantes nativos de Chiapas en el sur de México, demandan tierras, reformas económicas y de gobierno con respecto a los derechos de los indios. Entonces, Estados Unidos ignorando las realidades políticas y económicas, hace la siguiente declaración: “Si México va a tomar su lugar entre las democracias de Norteamérica, el vacío entre economía y política, y entre los dos Méxicos, necesita urgentemente ser llenado.”

· En los países del Primer Mundo hay, en efecto, una creciente violencia, personal y jurídica, contra las minorías: sean turcos, población negra, minorías asiáticas o hispánicas. Como ejemplo de esto está la lentitud del gobierno mexicano en reconocer los derechos agrarios de las comunidades indígenas de Chiapas durante muchas décadas es una discriminación económica y política.


· En un momento en que parece generalizarse la violencia de la discriminación económica y racial, en que cada vez son menos los poderosos y más los débiles, de los indios de Chiapas viene un mensaje, una señal, antes que el nuevo siglo y el nuevo milenio despunten.


· Por eso, la lucha del EZLN, el valor de los indios zapatistas de Chiapas, no solamente compete a México. Esa lucha, venza o pierda en las tierras de México, es un instante más de la lucha del ser humano por ser reconocido como ser humano. Es una lucha que no ha empezado hoy. Que desafortunadamente no terminará hoy. Pero que aspira a terminar. Que está obligada a vencer en todas las regiones del mundo.

LA NOCHE

La noche, al contrario de lo que la imaginación popular e inducida cree, no es un monstruo que engulle, una sombra o un demonio; la noche no solo vence y duerme y consume, lejos esta de ser el territorio de lo inanimado y de lo volátil, cuervos y espíritus, de lo efímero y lo increado, de lo primigenio.

La noche también descubre y desentume, cambia y metamorfosea, descorre la pesada cortina de luz para revelar los mundos ocultos, activos y móviles, fatales, que se amparan detrás del día. Por el contrario a veces la luminosidad enceguece, altera la auténtica composición de las cosas, las distorsiona con su ansia de precisión y claridad; entonces la oscuridad, que ciertamente unifica y homogeniza, arranca estas trampas y nos enseña otra realidad del mundo, ignota y despreciada, que nos negamos a ver; no se trata sin embargo, de un espacio alterno y vano, no es una apariencia fútil de las cosas, sino su otra mitad, una cara, no mejor ni peor: diferente complementaria, que por lo regular nos negamos a sentir y reconocer, aferrados a nuestra mezquindad fotocéntrica, pero que está ahí y también nos forma, nos nutre y nos anima.

La noche es un sitio fuera del sueño: las noches de los despiertos albergan seres que, apenas por casualidad, habitan los mismos cuerpos que tienen durante el día, pero lo cierto es que son a un tiempo otros y los mismos, reconstruidos bajo el influjo de las estrellas. Por eso se inventó el sueño: para quienes se rehúsan a asumir su naturaleza noctívaga, para los medrosos que prefieren la comodidad de la inconsciencia. En cambio aquellos que prefieren velar mientras las tinieblas se ciernen sobre la tierra, una raza especial, alterna, asumen las mutaciones que la noche produce en sus caracteres y sus sombras, y reconocen que ahí, en la infinita muerte del sol, también hay vida.


Lo mismo pasa con los lugares y las cosas; esta ciudad, por ejemplo, esta megalópolis de cuarenta millones de habitantes, con sus periféricos atestados durante el día, infinitas filas de hormigas muertas, sus rascacielos desgarrados, su energía y su basura y sus incognoscibles destinos, esta ciudad de baches y gozosos insultos, de brumas artificiales y absurdas, e inevitables esperanzas depositadas en sus nuevos gobernantes: esta ciudad también es una a la luz del sol y otra muy distinta al caer la tarde. En cuanto se difuminan los colores, la ciudad deja libres sus temores y ansias, no más confianza en nuevos gobernantes, ni en democracias gloriosas, y reaparece el pánico incubado a lo largo del tiempo, reaparecen los monstruos y los fantasmas que llevamos dentro: homicidios, fragores y violencia, o bien redadas y acciones clandestinas del FPLN, sus bombas inútiles, sus secuestros fastuosos o el simple pulular, lento y salvaje, de mendigos, profetas y desheredados por bares, burdeles y efímeros (los antros de moda), hasta que llega la madrugada con sus cielos blanquecinos o amarillentos para cancelar estos mundos, o sólo adormecerlos durante unas cuantas horas.

Nadie sabe para quién trabaja. La frase no pierde su valor: al ser tan grande el cúmulo de relaciones entre las personas, al nunca poder calcular todos los factores que influyen en un hecho (nadie puede hacerlo, ni siquiera el gobierno, por más poder que acumule en este país) y al estar siempre sometidos al arbitrio del azar, resulta imposible prever las consecuencias de nuestros actos, y entonces afectamos a quien jamás creímos afectar y perjudicamos a quienes menos queríamos perjudicar. Se descubre así que los poderosos no planean y reproducen esquemas cuidadosamente diseñados para beneficiarlos, nadie podría confiar en ellos al cien por ciento, sino que la maquinaria resulta superior a sus componentes. A veces por mala suerte o infortunio, los engranes se mueven por sí mismos y las acciones que algunos traman para perjudicar al sistema, al gobierno o los gobernantes, a fin de cuentas terminan por beneficiarlos.

Los nazis en México

México fue considerado por la Alemania de Adolfo Hitler como una pieza estratégica antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Analizar la presencia en nuestro país del actor Errol Flynn, del magnate sueco Axel Wenner-Gren, del petrolero estadounidense Jean Paul Getty y de la actriz alemana Hilda Kruger, a la luz de los informes secretos de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, confirma la importancia que los nazis dieron a este país.

A partir de 1985el Archivo Nacional de Washington comenzó a desclasificar millones de documentos referidos a actividades nazis en diversos países. Todos estos informes habían sido enviados al Departamento de Estado por sus servicios de inteligencia, diplomáticos, agregados militares y navales. La información contenida en estos documentos permaneció en secreto cerca de 40 años. Pero cuando se desclasificaron, salieron a la luz historias inéditas de personajes hasta entonces prestigiados.

Lo que resultaba realmente fascinante para nuestro país era que los archivos desclasificados reportaron actividades de agentes de la inteligencia militar alemana. La Abwehr, y la policía secreta de Hitler, la Gestapo, en territorio mexicano.

Fue así que los servicios de inteligencia nazi enviaron a Hilda Kruger para que penetrara en las élites políticas mexicanas y asegurara que el gobierno continuara con la venta de crudo. Desde su llegada, Kruger se transformó en una “mata Hari”, en la mujer que cautivo a un selecto e importante grupo de funcionarios. Ya en Alemania había sido amante del Ministerio de Propaganda nazi, el poderoso Joseph Goebbels. Los funcionarios mexicanos que comenzaron “jugando” a la galantería, en aras de conquistar a Kruger, terminaron colaborando y encubriendo las actividades nazis.

Otra de las actividades que realizaron los oficiales del Tercer Reich fue utilizar a nuestro país como plataforma para conseguir la información que requerían sobre los movimientos militares estadounidenses. En esta operación tenían como principal colaborador a un alto militar mexicano, destacado en las actividades diplomáticas: Francisco Javier Aguilar González, quien fuera agregado militar en la embajada mexicana de Washington y en Alemania, además de embajador de Japón, China, Francia y Portugal.

El general Aguilar Gonzáles y los agentes nazis crearon el primer cártel de narcotráfico en México, cuyo fin era cruzar drogas hacia los Estados Unidos. Fue a través de esta organización que lo espías alemanes y japoneses “invadieron” con narcóticos las bases navales de sus enemigos ubicadas en los puertos del Pacífico.

En las actividades de creación y consolidación del primer cártel de la droga participaron varios políticos y funcionarios, encabezados por Gonzalo N. Santos y Donato Bravo Izquierdo. Además se beneficiaron del dinero del narcotráfico los gobernadores de Veracruz y Puebla, Miguel Alemán Valdés y Maximino Ávila Camacho, respectivamente.

En esta operación participó de manera destacada Errol Flynn, para entonces una de las máximas figuras del cine norteamericano. El actor traficaba las drogas entre México y Estados Unidos a bordo de su yate privado, el Sirocco.

Los agentes alemanes, además, apoyaron en toda la República a una gran cantidad de organizaciones de corte fascista. Tanto las “Camisas Doradas” como el movimiento Sinarquista, para entonces la mayor organización de masas, fueron financiados con dinero de la Embajada Alemana en México con el objetivo de que apoyaran la rebelión de Almazán.

En los informantes de la Embajada de Estados Unidos en México resalta uno de manera muy especial: Diego Rivera. El prestigiado pintor se convirtió en improvisado “espía”, denunciando la colaboración de algunos de sus ex camaradas comunistas.

Tras el pacto que firmara el 23 de agosto de 1939 el ministro soviético Molotov con su homólogo alemán von Ribentropp, los agentes comunistas trabajaron en México “en estrecha colaboración con los nazis”. Este extraño amasiato fue denunciado por Diego Rivera a los diplomáticos de los Estados Unidos.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la penetración que lograron los agentes de la Gestapo y la Abwehr en los gobiernos de América Latina permitió que altos mandos nazis escaparan y que sus crímenes contra la humanidad quedaran impunes.

Juan Alberto Cedillo

El periodista, colaborador de la Agencia Efe en Monterrey (norte de México), investigó a lo largo de diez años en los archivos secretos que el Departamento de Estado de EEUU desclasificó en 1985, en el Archivo Nacional mexicano y en los registros de la Secretaría de Defensa Nacional de México (Sedena).

El movimiento feminista en México: aportes para su análisis.

Al revisar los sucesos de los primeros cuarenta años del siglo pasado, en materia de movilizaciones feministas y de mujeres, se encuentran algunas similitudes con la etapa actual; por un lado, no fue casual que para la misma época se estaban desarrollando importantes luchas feministas –en especial las sufragistas- en algunos países europeos y en los Estados Unidos y que esto seguramente sirvió de ejemplo a las mujeres mexicanas.

Ya desde mediados del siglo pasado, más precisamente desde 1857, comienzan importantes movimientos huelguísticos en Jalisco y Veracruz, protagonizado por mujeres que habían sido incorporadas masivamente a la industria textil y tabacalera. Sus demandas: aumento de salario, reducción de la jornada de trabajo y las específicas de licencia por maternidad y protección para sus hijos. Y entre 1880 y 1885 (ya en plena etapa porfirista) las huelgas encabezadas por mujeres se suman al espectro de intensa lucha sindical del momento.

Hay que agregar que fueron muy importantes algunas de las medidas tomadas durante el gobierno de Benito Juárez, más específicamente la ley de Reforma Educativa, que le da un gran impulso a la creación de escuelas secundarias, de artes y oficios para mujeres. De esta manera surgieron maestras, profesionistas y periodistas, entre otras.

También se crearon organizaciones feministas tales como “La siempre viva” en 1870, asociación para la educación de la mujeres; “Las Hijas del Ànahuac” que tiene un papel destacado organizando a las obreras de fábricas de hilados y tejidos; La Sociedad Protectora de la Mujer, para defensa de las mujeres presas y perseguidas políticas, y la Asociación Cosmos (1904) que se manifiestan contra la dictadura de Porfirio Díaz y apoyan a Madero e intervinieron activamente en los primeros clubes liberales.

En 1919 se formó el Partido Comunista Mexicano que, había de tener una fuerte influencia en las organizaciones femeninas durante los veintes y los treintas. Bajo el auspicio del mismo se forma en 1923 el Consejo Feminista Mexicano.

Publicaciones como “La Revista del Hogar” y “La Mujer” pugnaron con vehemencia desde sus páginas por tal enmienda. Estas reformas cubrían las demandas más importantes, aunque dejaban algunas cuestiones sin resolver, como por ejemplo que la mujer casada necesitaba el permiso del esposo para trabajar.

La creación en 1921 de la Secretaría de Educación Publica (SEP), bajo la influencia de Vasconcelos permite la incorporación masiva de las mujeres al magisterio. En 1931 se promulga la Ley Federal de Trabajo en la que, entre otras medidas, se reglamenta el trabajo de la mujer.

En diciembre de 1934 llega a la presidencia Lázaro Cárdenas, y con él una nueva y fundamental etapa para el país, en la que se termina de consolidar la institucionalización de las fuerzas sociales y políticas. Para el movimiento de mujeres este periódo fue el escenario de su fase movilizadota y organizativa culminante, pero tambié el comienzo de su declinación.

Bartra Roger. Anatomía del mexicano. Plaza y Janes. Vasconcelos José. La raza cósmica. Páginas 63-74.

La exaltación del mestizaje, que fue incubada por los positivistas y por el evolucionismo social de lo científicos porfiristas, fue llevada a su paroxismo por José Vasconcelos (1881-1959) en su célebre libro La raza cósmica, publicado en 1925, del cual se publica un fragmento revelador. Con un tono profético avasallador, Vasconcelos vaticinó que América Latina surgiría una civilización verdaderamente universal hecha con el genio y con la sangre de todos los pueblos.

La ventaja de nuestra tradición es que posee mayor facilidad de simpatía con los extraños. Esto implica que nuestra civilización, con todos sus defectos, puede ser la elegida para asimilar y convertir a un nuevo tipo a todos los hombres. En ella se prepara de esta suerte la trama, el múltiple y rico plasma de la humanidad futura.

Comienza a advertirse este mandato de la Historia en esa abundancia de amor que permitió a los españoles crear una raza nueva con el indio y con el negro. La colonización española creó mestizaje; esto señala su carácter, fija su responsabilidad y define su porvenir.

En el suelo de América hallará término la dispersión, allí se consumará la unidad por el triunfo del amor fecundo, y la superación de todas las estirpes. Y se engendrará, de tal suerte, el tipo síntesis que ha de juntar los tesoros de la Historia, para dar expresión al anhelo total del mundo. Los pueblos llamados latinos, por haber sido más fieles a su misión divina de América, son los llamados a consumarla. Y tal fidelidad al oculto designio es la garantía de nuestro triunfo.

En la América Latina existe, pero infinitamente más atenuada, la repulsión de una sangre que se encuentra con otra sangre extraña. Allí hay mil puentes para la fusión sincera y cordial de todas las razas. El amurallamiento étnico de los del Norte frente a la simpatía mucho más fácil de los del Sur, tal es el dato más importante, y a la vez más favorable, para nosotros, si se reflexiona, aunque sea superficialmente, en el porvenir. Pues se verá en seguida que somos nosotros de mañana, en tanto que ellos van siendo de ayer. Acabarán de formar los yanquis el último gran imperio de una sola raza: el imperio final del poderío blanco.

Si la América Latina fuese no más otra España, en el mismo grado que los Estados Unidos son otra Inglaterra, entonces la vieja lucha de las dos estirpes no haría otra cosa que repetir sus episodios en la tierra más vasta, y uno de los dos rivales acabaría por imponerse y llegaría a prevalecer.

Los blancos intentarán, al principio, aprovechar sus inventos en beneficio propio, pero como la ciencia ya no es esotérica no será fácil que lo logren; los absorberá la avalancha de todos los demás pueblos, y finalmente, deponiendo su orgullo, entrarán con los demás a componer la nueva raza síntesis, la quinta raza futura.

Existe el peligro de que la ciencia se adelante al proceso étnico, de suerte que la invasión del trópico ocurra antes que la quinta raza acabe de formarse. Si así sucede, por la posesión del Amazonas se librarán batallas que decidirán el destino del mundo y la suerte de la raza definitiva. Si el Amazonas lo dominan los ingleses de las islas o del continente, que son ambos campeones del blanco puro, la aparición de la quinta raza quedará vencida.

El mudo futuro será de quien conquiste la región amazónica. Cerca del gran río se levantará Universópolis, y de allí saldrán las predicciones, las escuadras y los aviones de propaganda de buenas nuevas. Si el Amazonas se hiciese inglés, la metrópoli del mundo ya no se llamaría Universópolis, sino Anglotown.

En cambio, si la quinta raza se adueña del eje del mundo futuro, entonces aviones y ejércitos irán por todo el planeta educando a las gentes para su ingreso a la sabiduría. La vida fundada en el amor llegará a expresarse en formas de belleza.

En lo sucesivo, a medida que las condiciones sociales mejoren, el cruce de sangre será cada vez más espontáneo, a tal punto que no estará ya sujeto a la necesidad, sino al gusto; en el último caso a la curiosidad. El motivo espiritual se irá sobreponiendo de esta suerte a las contingencias de lo físico. Por motivo espiritual ha de entenderse, más bien que la reflexión, el gusto que dirige el misterio de la elección de una persona entre una multitud.

John Coatsworth

Coatsworth, John. “Los obstáculos al desarrollo económico en el siglo XIX en Los orígenes del atraso. México, Alianza Editorial, 1990, pp. 80-109

John Coatsworth, catedrático de Historia económica y social de América Latina en la Universidad de Harvard. Ha publicado referente a varios países de la región, desde Perú hasta Brasil pasando por México. Su obra más conocida versó sobre el impacto de los ferrocarriles en la economía mexicana durante la época del Porfiriato.

La lectura divulga sobre el rezago de México como patria independiente, señalando que el prolongado periodo de guerras internas acontecidas entre 1810 y 1867 fue el lapso histórico en el que las potencias capitalistas (Inglaterra, Francia y Estados Unidos), desarrollaron su revolución burguesa en todos los ordenes, mientras que México sólo observó cómo el capitalismo foráneo, fruto de la revolución burguesa, sometió la economía nacional.

Mascaras mexicanas

Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra o se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la cólera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle, palabras y sospechas de palabras. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arcos iris súbito, amenazas indescifrables. Aun en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria: “al buen entendedor pocas palabras”. En suma, entre la realidad y su persona establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de imposibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también de sí mismo.

El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior: el ideal de la “hombría” consiste en no “rajarse” nunca. Los que se “abren” son cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, “agacharse”, pero no rajarse esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. El “rajado” es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Todas estas expresiones revelan que el mexicano considera la vida como lucha, concepción que no lo distingue del resto de los hombres modernos.

La mujer mexicana, como todas las otras, es un símbolo que representa la estabilidad y continuidad de la raza. Todos cuidamos que nadie “falte el respeto a las señoras”, noción universal, sin duda, pero que en México se leva hasta sus últimas consecuencias. Naturalmente habría que preguntar a las mexicanas su opinión; ese “respeto” es a veces una hipócrita manera de sujetarlas e impedirles que se expresen. Quizá muchas preferirían ser tratadas con menos “respeto” (que, por lo demás, se les concede solamente en público) y con más libertad y autenticidad.

Es significativo, por otra parte, que el homosexualismo masculino sea considerado con cierta indulgencia, por lo que toca al agente activo. El pasivo, al contrario, es un ser degradado y abyecto. El juego de los “albures” esto es el combate verbal hecho de alusiones obscenas y de doble sentido, que tanto se practica en la Ciudad de México –transparenta esta ambigua concepción-.

La “inteligencia” mexicana

Si la revolución fue una brusca y mortal inmersión en nosotros mismos, en nuestra raíz y origen, nada ni nadie encarna mejor este fértil y desesperado afán que José Vasconcelos, el fundador de la educación moderna en México. Su obra, breve pero fecunda, aún está viva en lo esencial. Su empresa, al mismo tiempo que prolonga la tarea iniciada por Justo Sierra –extender la educación elemental y perfeccionar la enseñanza superior y universitaria- pretende fundar la educación sobre ciertos principios implícitos en nuestra tradición y que el positivismo había olvidado o ignorado. Vasconcelos pensaba que la Revolución iba a redescubrir el sentido de nuestra historia, buscado vanamente por Sierra. La nueva educación se fundaría en “la sangre, la lengua y el pueblo”.

En la tarea colaboraron poetas, pintores, prosistas, maestros, arquitectos, músicos. Toda, o casi toda, la “inteligencia mexicana”. Fue una obra social, pero que exigía la presencia de un espíritu capaz de encenderse y encender en lo demás.

Toda vuelta a la tradición lleva a reconocer que somos parte de la tradición universal de España, la única que podemos aceptar y continuar los hispanoamericanos. Hay dos españas: la cerrada al mundo, y la España abierta la heterodoxa, que rompe su cárcel por respirar el aire libre del espíritu. Esta ultima es la nuestra la otra, la castiza y medieval, ni nos dio el ser ni nos descubrió, y toda nuestra historia, como parte de la de los españoles, ha sido lucha contra ella.

Una vez cerrado el periodo militar de la Revolución, muchos jóvenes intelectuales –que no había tenido la edad o la posibilidad de participar en la lucha armada- empezaron a colaborar con los gobiernos revolucionarios. El intelectual se convirtió en le consejero, secreto o público, del general analfabeto del líder campesino o sindical, del caudillo en le poder.

La “inteligencia” mexicana, en su conjunto, no ha podido o no ha sabido utilizar las armas propias del intelectual: la crítica, el examen, el juicio.

Los hijos de la Malinche

La extrañeza que provoca nuestro hermetismo ha creado la leyenda del mexicano ser insondable. Nuestro recelo provoca el ajeno. Si nuestra cortesía atrae, nuestra reserva hiela. Y las inesperadas violencias que nos desgarran, el esplendor convulso o solemne de nuestras fiestas, el culto a la muerte, acaban por desconcertar al extranjero. La sensación que causamos no es diversa a la que producen los orientales. También ellos, chinos, indostanos o árabes son herméticos e indescifrables.

Para un europeo, México es un país al margen de la historia universal. Y todo lo que se encuentra alejado del centro de la sociedad aparece como extraño e impenetrable.

El obrero moderno carece de individualidad. La clase es más fuerte que el individuo y la persona se disuelve en lo genérico. Porque ésa es la primera y más grave mutilación que sufre el hombre al convertirse en asalariado industrial. El capitalismo lo despoja de su naturaleza humana –lo que no ocurrió con el siervo-, puesto que reduce todo si ser a fuerza de trabajo, transformándolo por este solo hecho en objeto. Y como a todos los objetos, en mercancía, en cosa susceptible de compra y venta. En realidad no es un obrero, puesto que no hace obras o no tiene conciencia de las que hace, perdido en un aspecto de la producción. Es un trabajador, nombre abstracto, que no designa una tarea determinada, sino una función.

La desconfianza, el disimulo, la reserva cortés que sierra el paso al extraño, la ironía, todas, en fin, las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena nos eludimos a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que finge frente al señor.

La indudable analogía que se observa entre ciertas de nuestras actitudes y las de los grupos sometidos al poder de un amo, una casta o un Estado extraño, podría resolverse en esta afirmación: el carácter de los mexicanos es un producto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la historia de México, que es la historia de esa circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas. La situación del pueblo durante el periodo colonial sería así la raíz de nuestra actitud cerrada e inestable.

En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro, y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestra emociones y reacciones. Palabras malditas, que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos. Confusamente reflejan nuestra intimidad: las explosiones de nuestra vitalidad las iluminan y las depresiones de nuestro ánimo las oscurecen.

Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡viva México, hijos de la chingada! Verdadero grito de guerra, cargado de una electricidad particular, esta frase es un reto y una afirmación, un disparo, dirigido contra un enemigo imaginario, y una explosión en el aire.
La palabra chingar, con todos sus múltiples significados, define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.

Vicente Quirarte

Amante y lector de la Ciudad de México, Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954) se ha dedicado desde su primer libro a trazar mapas poéticos, ensayísticos y narrativos en el papel más perdurable y frágil: la memoria. Director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, Vicente Quirarte es poeta, dramaturgo, académico de la lengua y uno de los más prolíficos ensayistas de la literatura mexicana.

Por el sendero de la huelga

El 13 de febrero de 1958, cuando el presidente de la Asociación Nacional de Banqueros clamaba que la huelga de los telegrafistas no tenía “justificación legal” y que tolerarla equivaldría a “sentar un precedente”, nadie pensó que sus palabras resultarían proféticas. Esta vez, la “actitud de intolerancia” de los telegrafistas no sólo habría de sentar un precedente, sino que marcaría el inicio involuntario de un inolvidable movimiento huelguístico, el más importante del México contemporáneo. Unas cuantas semanas después, petroleros, maestros y ferrocarrileros seguirían el mismo camino.

Si los obreros exigían una “vida más digna”, no lo hacían con la intención de acrecentar las mejoras logradas en los años anteriores. Por el contrario, era la urgencia de resguardar sus conquistas lo que los incitaba a la protesta y a la huelga.

Si en las ciudades la situación era crítica, en el campo era dramática. Los jornaleros y los peones agrícolas deambulaban en vano de una región a otra en búsqueda de empleo. En 1956, año previo al estallido de la crisis, la agricultura nacional atravesaba ya por serios problemas y no precisamente de origen externo. Unos, latifundistas y terratenientes, preferían invertir en maquinaria e infraestructura (“los precios de afuera no son tan buenos y los de adentro no gozan de garantía”). Otros minifundistas, habían sido despojados en los últimos tres años de un 30% de los créditos usuales. El resultado final fue una sensible baja de la producción total. Con excepción del trigo y el café. La primera y evidente consecuencia de la crisis de la agricultura nacional fue el aumento de los precios de los productos de consumo mínimo de la población urbana. La segunda la congelación de salarios y la retracción del gasto, público; la crisis de la economía del país de 1957-1958, la más devastadora desde el cardenismo, era el resultado de la confluencia de dos grandes movimientos: la crisis mundial y la crisis de la agricultura nacional.

Durante el sexenio, Adolfo Ruiz Cortines y su séquito habían adoptado el camino tradicional para dar respiro a esta contradicción: el endeudamiento público. El gobierno fue obligado a adoptar su verdadera faz: realizó un cambio devastador en la distribución de los créditos agrícolas, los concentró en pocas manos, y remitió a los ejidatarios a los pasillos de la burocracia encargada de los asuntos agrarios. No se olvidó de pedir paciencia al campo. A los trabajadores urbanos les congeló el salario y las prestaciones. Retrajo el gasto público y lo canalizó hacia la industria manufacturera para “crear un clima favorable a las inversiones nacionales y extranjeras”.

“charros”, “charrísimo”, “charrazos”

el 21 de julio de 1948 el secretario de Hacienda, Ramón Beteta, cancela la paridad del peso con respecto al dólar. Días después, sobreviene la devaluación. En respuesta, el sindicato ferrocarrilero, el petrolero, el minero-metalúrgico, el de telefonistas y la Coalición de Sindicatos Industriales, llaman a un “paro general en el Distrito Federal para contrarrestar la política antiobrera yanqui del presidente Alemán. El 22 de agosto, los agentes del Estado Mayor Presidencial, encabezados por el coronel Serrano, y por ordenes expresas del presidente Miguel Alemán, toman por asalto los locales del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana. El Comité Ejecutivo Nacional del STFRM es desconocido por el gobierno. Jesús Díaz de León, obrero ferrocarrilero “El Charro”, traiciona a sus compañeros y acepta colaborar con el presidente. Respaldados por las bayonetas, “los charros” (seguidores de “El Charro”), usurpan la dirección del STFRM. La intención de la alianza gobierno-“charros” es obvia: aplastar al grupo ferrocarrilero de Acción Socialista Unificada.

Desde aquella fecha, el “charro”, el “charrismo” y los “charrazos” pasaron a formar parte de la compresión popular del drama sindical.

Un pueblo en la historia

No hace mucho tiempo, en la década de los cincuenta, México era visto aún como lo que ya había dejado de ser. Los que lo miraban desde el exterior insistían en hacerlo a través de la gente de los países occidentales y claro, los resultados eran poco optimistas: “país semifeudal”, “agrario con escuálido desarrollo industrial”, “colonial o semicolonial”, ambos también, “estación de la metrópoli” o “en estado embrionario”. Los del interior persistían en una proclividad poco imaginativa: en observarlo con los ojos de los de afuera. Los primeros se embelasaban deshojando al México indígena y su inconfundible historia campesina. Los segundos preferían identificarse con el “interés nacional por superar el subdesarrollo”.

Los sesenta son la época de la expansión de las clases medias citadinas y de la emergencia de un nuevo proletario industrial. Es el tiempo de emigrar por millones a la ciudad, al hacinamiento. En el campo, las cosas transcurren de otro modo. En lucha sorda y nacional, bajo las formas más variadas de dominación, el terrateniente y el capitalista agrario –que se apropian directamente del producto del trabajo de campesinos y peones- vencen aquí, allá y luego en muchas partes la resistencia de ejidatarios y pequeños campesinos.

Más que ninguna otra, la década que se inicia con la huelga ferrocarrilera y que transcurre hasta la matanza de Tlatelolco yace desdibujada en las ciudades.

De 1958 a 1968 constituyen las crisis entre las cuales se manifiesta el México de transición. La de 1958, resultado del desplazamiento del nudo de las contradicciones políticas hacia la clase obrera industrial, resume el empeño derrotado y aplastado de importantes capas del proletariado por librarse de las tenazas de la burocracia fabril. La derrota de una clase, la obrera, engendra las condiciones del ascenso de otra, la media.

Psicoanálisis del mexicano

Ciertos planos del alma humana deben quedar inéditos cuando no se gana nada con exhibirlos a la luz del día. Pero en el caso del mexicano, pensamos que le es perjudicial ignorara su carácter cuando éste es contrario a su destino, y la única manera de cambiarlo es precisamente darse cuenta de el. La verdad, en casos como éste, es más saludable que vivir en el engaño.

Los hombres no acostumbrados a la crítica creen que todo lo que no es elogio va en contra de ellos, cuando muchas veces elogiarlos es la manera más segura de en contra de ellos, de causarles daño.

El “pelado”

La psicología del mexicano es resultante de las reacciones para ocultar un sentimiento de inferioridad.

Para comprender el mecanismo de la mente mexicana, la examinaremos en un tipo social en donde todos sus movimientos se encuentran exacerbados, de tal suerte que se percibe muy bien el sentido de su trayectoria. El “pelado” mexicano constituye la expresión más elemental y bien dibujada del carácter nacional. Es un individuo que lleva su alma al descubierto, sin que nada esconda en sus más íntimos resortes. Ostenta cínicamente ciertos impulsos elementales que otros hombres procuran disimular. El “pelado” pertenece a una fauna total de categoría ínfima y representa el desecho humano de la gran ciudad. En la jerarquía económica es menos que un proletario y en la intelectual un primitivo. La vida le ha sido hostil por todos lados, y su actitud ante ella es de un negro resentimiento. Es un ser de naturaleza explosiva cuyo trato es peligroso, porque estalla al roce más leve. Sus explosiones son verbales, y tienen como lema la afirmación de sí mismo en un lenguaje grosero y agresivo. Ha creado un dialecto propio cuyo léxico abunda en palabras de uso corriente a la que da un sentido nuevo. Es un animal que se entrega a pantomimas de ferocidad para asustar a lo demás, haciéndole creer que es más fuerte y decidido.

Se es conveniente esquematizar su estructura y funcionamiento mental:

El “pelado” tiene dos personalidades: una real, otra ficticia.
Como el sujeto carece de todo valor humano y es importante para adquirirlo de hecho, se sirve de un ardid para ocultar sus sentimientos de menor valía.
La desconfianza de sí mismo produce una anormalidad de funcionamiento psíquico, sobre todo en la percepción de la realidad.
Como nuestro tipo vive en falso, su posición es siempre inestable y lo obliga a vigilar constantemente su “yo”, desatendiendo la realidad.

El mexicano de la ciudad

Es el habitante de la ciudad. Es claro que su psicología difiere de la del campesino, no sólo por el genero de vida que éste lleva, sino porque casi siempre en México pertenece a la raza indígena.

Su percepción es ya francamente anormal. A causa de la susceptibilidad hipersensible´el mexicano riñe constantemente, ya no espera que lo ataquen, sino que él se adelante a ofender. A menudo estas reacciones patológicas lo llevan muy lejos, hasta a cometer delitos innecesarios. El mexicano es pasional, agresivo y guerrero por debilidad; es decir, porque carece de una voluntad que controle sus movimientos.

El burgués mexicano

En el fondo, el mexicano burgués no difiere del proletario mexicano, salvo que, en este último, el sentimiento de menor valía se halla exaltado por la concurrencia de dos factores: la nacionalidad y la posición social. Parece haber un contraste entre el tono violento y grosero que es permanente en el proletario urbano y cierta figura del burgués.

El burgués mexicano tiene la misma susceptibilidad patriótica del hombre del pueblo y los mismos prejuicios que éste acerca del carácter nacional. La diferencia psíquica que separa a la clase elevada de mexicanos de la clase inferior, radica en que los primeros disimulan de un modo completo sus sentimientos de menor valía.
El mexicano burgués posee más dotes y recursos intelectuales que el proletario para consumar de un modo perfecto la obra de simulación que debe ocultarle su sentimiento de inferioridad. Podemos representar al mexicano como un hombre que huye de sí mismo para refugiarse en un modo ficticio.

La cultura criolla

El europeísmo ha sido en México una cultura de invernadero, no porque su esencia nos sea ajena, sino por la falsa relación en que nos hemos puesto con la actualidad de ultramar. Tenemos sangre europea, nuestra habla es europea, son también europeas nuestras costumbres, nuestra moral, y la totalidad de nuestros vicios y virtudes nos fueron negadas por la raza española.
Así, en México surge el arte de las iglesias como expresión inicial de la cultura criolla. Los lineamientos generales de ese arte estaban trazados por Europa, es casi vinieran a realizarse con piedras del suelo mexicano que la mano del indio labraba y ensamblaba, interpretando en ocasiones a su modo los motivos ornamentales. Como lenguaje del sentido religioso, la arquitectura criolla fue un arte viviente que en el acto se incorporo al nuevo mund

Obregón y el movimiento obrero.

El problema del decenio 1920-1930

Lo que se puede decir con más certeza sobre esta década es que fue un periodo dominado por el norte. El foco de la hegemonía norteña fue el estado fronterizo de Sonora. De donde procedieron los tres presidentes de ese decenio (Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles). El norte, que era una región colonizada principalmente por españoles y mestizos, carecía de la numerosa población indígena sedentaria de las regiones centrales y meridionales.

La historia económica del extremo norte también lo diferenciaba del resto de la República porque desde los primeros tiempos se caracterizó por la minería y una agricultura extensiva. La dinastía sonorense, una vez que ocupó el poder emprendió la tarea de encontrar una solución creativa para el problema de la reconstrucción del país.

En el decenio de 1920-1930 los principales objetivos de la política gubernamental fueron, esquemáticamente los siguientes: a) la racionalización de la agricultura en gran escala, impulsando una mayor producción con la amenaza de la reforma agraria; b) el mejoramiento de la infraestructura del transporte y de las comunicaciones; c) la ampliación en gran escala del sistema educativo, especialmente hacia el campo; d) la reducción del volumen del ejército y su profesionalización; e) la eliminación de los regionalismos y particularismos; y f) el intento de crear un marco para dar a los problemas politicosociales de México una solución corporativa, que en su mayor parte fue obra de Calles.

Álvaro Obregón

El mayor genio estratégico y militar de la revolución; demostró desde sus primeros tiempos la movilidad constante y el oportunismo que caracterizaron a la coalición norte de caudillos revolucionarios.

Dio el primer paso al campo político, durante la rebelión de Pascual Orozco contra Madero, en 1912 organizando entre un grupo de agricultores ricos como él una fuerza militar. Fue él quien concibió el plan de avance de los constitucionalistas hacia el sur, que culminó con la toma de la ciudad de México en 1914.

Carr, Barry. El movimiento obrero y la política en México, (1910-1929). México, Era, p.p172-193.

Barry Carr es profesor del Departamento de Historia de la Universidad de La Trobe, Bundoora, Victoria, Australia. Sus investigaciones versan sobre la historia obrera y agrícola de América Latina en el siglo XX, especialmente México, el Caribe y América Central. También ha escrito sobre el desarrollo del marxismo, el comunismo y la izquierda en América Latina. Es autor de Marxism and Communism in Twentieth Century Mexico (1992) y, con Steve Ellner, The Latin American Left: From Allende to Perestroika (1993).

El Ateneo de la Juventud

México necesita poseer tres virtudes cardinales para llegar a ser un pueblo fuerte: riqueza, justicia e ilustración… volved los ojos al suelo de México, a nuestras costumbres y nuestras tradiciones, a nuestras esperanzas y nuestros anhelos, a lo que somos en verdad.
Antonio Caso (en 1916).


A partir de 1906 se registran importantes transformaciones internas en el cuerpo aparentemente monolítico de la cultura porfiriana. En enero de 1906, Alfonso Cravioto y Luis Castillo Ledón publican Savia Moderna, que continúa las líneas fundamentales de la Revista Moderna y que, en ese mismo año, presenta una exposición de jóvenes pintores: Ponce de León, Francisco de la Torre, Diego Rivera, Gerardo Murillo, el Doctor Atl, vuelto de Europa, encabeza la difusión del impresionismo y el desprestigio del arte pompier. En 1906 se inician las reuniones de un grupo de intelectuales (Alfonso Reyes, Antonio Caso, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña) para leer a los clásicos.

La sustancia mitológica del Ateneo de la Juventud incluye estos puntos:

Es una generación con claridad y unidad de propósitos, con altísima idea de su encomienda, rebelde e inconforme ante la cultura porfiriana.
Destruyen las bases sociales y educativas del positivismo y propician el retorno al humanismo y a los clásicos.
Recuperan, descubren y hacen circular a autores como Platón, Schopenhauer, Kant, Boutroux, Bergson, Poicaré, William James, Wundt, Nietzsche, Schiller, Lessing, Oscar Wilde y Hegel.
Renuevan el sentido cultural y científico de México.

La generación del 15

Un fenómeno mítico como la generación del 15, que carece de una considerable obra escrita y sólo al principio conoce la unidad de acción que desemboca en los puestos administrativos, resulta singular por la importancia del shock cultural que emblematiza, la primera reacción elitista no meramente defensiva ante la revolución. Estos intelectuales permanecen en México y quieren participar en la vida pública.

A la Generación del 15 ya sus maestros los ateneístas, formados (o reformados por) los ideales de la Grecia clásica, los acontecimientos les resultan incomprensibles o ajenos las más de las veces. Lo que se conoce como Generación de 15 ha de actuar plenamente a partir de 1921 cuando se acepta a Vasconcelos como figura guiadora. Pese a Antonio Caso (o quizás gracias a él) la Generación del 15 carece de disciplina y maestros y no intenta una labor crítica sino pedagógica.

LOS OBREROS-ARTESANOS EN LAS FÁBRICAS

Mario Camarena
Susana A. Fernández

Introducción

Durante el periodo posrevolucionario, en el municipio de San Ángel se encontraba una pequeña zona industrial textil en la que había cinco grandes fábricas: La Magdalena, la Santa Teresa, La Alpina, La Hormiga y La Abeja. Esta zona textil se fue conformando desde fines del siglo XIX, hasta la década de los años treinta del presente siglo. Las fábricas daban empleo a 3,470 operarios. De 12 mil habitantes, la región se caracterizaba por ser una zona agrícola; así pues, las empresas fabriles se encontraban rodeadas por diversos poblados campesinos.
Las factorías representaron la viva imagen de la modernidad ante los ojos de los lugareños de esos años, debido a los enormes cambios que su instalación trajo aparejada, como fue la alteración de la naturaleza: contaminación de los ríos, ruido ensordecedor y hacinamientos humanos, entre otros; y también por la gran concentración de los hombres y mujeres que laboraban en el interior de las fábricas, repartidos en 49 diferentes oficios, lo que indica no sólo la magnitud de los establecimientos fabriles, sino también la gran división del trabajo que había.[1]
No obstante que estas empresas habían ido sufriendo grandes transformaciones en el aspecto técnico y organizativo, que se reflejaban en un aumento de la producción, de las ventas y en el número de obreros a lo largo de los cuarenta años, cabe indicar que tal modernización no significó que se diera un cambio automático en los hábitos culturales de trabajo de los obreros. Este fue un proceso más lento en el que por mucho tiempo los trabajadores siguieron conservando, dentro del proceso productivo, una lógica de trabajo de tipo artesanal.El conocimiento básico del oficio era transmitido en forma oral por los maestros, pero para alcanzar el dominio del mismo se requerían largos años de práctica. Ello permitió que los trabajadores pudieran seguir manteniendo una estructura jerárquica al interior de la fábrica, basada en el respeto a quienes poseían el conocimiento y habilidades en lo referente al manejo de las maquinarias, la selección del material, etcétera.

mural

Cárdenas y la nueva alianza

Cuando en México tomó posesión un nuevo presidente a fines de noviembre de 1934, casi todos los intereses comerciales esperaban una continuación del maximato. El general Lázaro Cárdenas era conocido como protegido de Calles.Después del estallido de la revolución mexicana, y aproximadamente doce años después de que la Constitución de 1917 diera un nuevo curso a la nación mexicana, México parecí estar embarcado en un proceso de desarrollo que tenía mucho en común con el del porfiriato. El capital extranjero seguía controlando los sectores básicos de la economía y la inversión extranjera había aumentado en la última década. El comercio mexicano estaba más estrechamente ligado que nunca al de Estados Unidos.El comercio exterior mexicano se basaba en la exportación de minerales.La política del gobierno de Cárdenas se basaba en el supuesto de que si bien el capitalismo era necesario para el desarrollo de México, podía ser controlado y regulado por el Estado.Previó en unión de los obreros y campesinos movilizados, implementó, una reestructuración de la sociedad mucho más radical que las de sus predecesores o los regímenes populistas en otros países latinoamericanos. El fracaso de la política de Cárdenas en tener los efectos esperados puede explicarse por el fracaso del gobierno en comprender plenamente los límites de la autonomía estatal en el contexto de una sociedad capitalista.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA:

¿BURGUESA,NACIONALISTA, O SIMPLEMENTE UNA “GRAN REBELIÓN”?Alan Knight.Dos variantes en particular de esta interpretación de la “fracción de clase” de la revolución merecen ser examinadas más atentamente. Primero, existe una moda de explicaciones bonapartistas (que, de nuevo, exhibe la influencia de Poulantzas y de su escuela). Según este análisis, la Revolución estableció un régimen bonapartista en el que el estancamiento de las fuerzas de clase permitió que el liderazgo revolucionario –el “caudillismo revolucionario” de los sonorenses- asumiera el control político, relativamente autónomo de la fuerza de clases (aunque, en última instancia, en el interés de la burguesía.“la Revolución tuvo ... dos fases diferentes: una en la que el único objetivo parecía ser acabar de cuajo con el pasado; y otra en el que se intentó salvar fragmentos del naufragio del viejo orden”.TocquevilleLas políticas formales, entonces, exhibían una indiferencia hacia las preocupaciones “maderistas” de un gobierno representativo (de ahí la “cruzada” de Vasconcelos en 1929); y un mayor compromiso por un jacobismo impopular en vez de por las cuestiones laborales o la reforma agraria. Pero las políticas formales no lo eran todo. De hecho, mi argumento de un Estado (relativamente) débil, sobre el que se actúa en mayor grado de lo que él mismo actúa, requiere que se le otorgue la debida relevancia otros factores: esto es, a las fuerzas informales (no oficiales) y a las tendencias que ocurrieron sin la autorización (consciente) de ninguna persona. La Revolución –en palabras paradójicas- tuve una faz “burkeana” tanto como una jacobina. Por razones analíticas, estos cambios “burkeanos”, no oficiales, pueden dividirse en políticos y económicos (aunque, en la práctica, se entretejían constantemente, como lo veremos). Políticamente, la Revolución destruyó mucho del viejo orden. Después de 1914-15, es cierto, esto obedeció a una política consciente, a medida que los constitucionalistas –y sus sucesores, como Carrillo Puerto en Yucatán- eliminaban sistemáticamente a sus enemigos.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA, 1910-1920

John Womack.La acción de las masas es consensual, intencional y redistributiva; la violencia colectiva mide la transformación estructural; y el nacionalismo reúne intereses en una división limitada del trabajo.El movimiento «del pueblo» es movimiento por «el pueblo» y para «el pueblo».El principal significado histórico de la Revolución mexicana: tenacidad capitalista en la economía y reforma burguesa del Estado, lo que contribuye a explicar la estabilidad del país: Durante las luchas de los decenios de 1920 y 1930 y su crecimiento extraordinario y discordante después de 1940.Estas son las fechas que marcan la Revolución:OCTUBRE DE 1910 – FEFRERO DE 1913FEBRERO DE 1913 – AGOSTO DE 1914AGOSTO DE 1914 – OCTUBRE DE 1915OCTUBRE DE 1915 – MAYO DE 1917MAYO DE 1917 – OCTUBRE DE 1918NOVIEMBRE DE 1918 – JUNIO DE 1920JUNIO DE 1920 – DICIEMBRE DE 1920Así pues, la lucha entre los vencedores de 1914 dio por resultado un régimen nuevo. La institución política central no era un líder o partido nacional, sino una facción regional, la burguesía del noroeste, que no había sido consagrada internacionalmente, pero que se encontraba atrincherada de forma inexpugnable en los niveles más altos del Estado y dispuesta a dirigir una “reconstrucción” regionalizada, flexible, mediante pactos con facciones pertenecientes a otras clases. El nuevo Estado, por lo tanto, haría las veces de partido burgués de la nación. Su función anunciaba su programa: una larga serie de reformas desde arriba, para evadir, dividir, disminuir y constreñir las amenazas que se cernían sobre la soberanía y el capitalismo mexicanos procedentes del extranjero y de abajo.

Revolución, Rebelión y Revuelta

RevoluciónRevolución es el cambio o transformación radical y profundo respecto al pasado inmediato. Se puede producir en varios ámbitos al mismo tiempo, tales como económicos, culturales, religiosos, políticos, sociales, militares, etc. Los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, y sobre todo traer consecuencias trascendentales, han de percibirse como súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas. Si no es así, debería hablarse mejor de una evolución, de una transición o de una crisis. Si lo que falta es su carácter trascendental, debería hablarse mejor de una revuelta. Las revoluciones son consecuencia de procesos históricos y de construcciones colectivas, para que una revolución exista es necesario que haya una nueva unión de intereses frente a una vieja unión de intereses. entonces, podemos decir que revolución es un cambio brusco o radical en las estructuras, esto puede afectar en lo social, económico, cultural etc.RebeliónUna rebelión es, en la mayoría de los casos, una manifestación de rechazo a la autoridad. Esto puede variar desde la desobediencia civil hasta un intento organizado y armado para intentar destruir a la autoridad establecida. Es con frecuencia usado para hacer referencia a la resistencia armada de un grupo en contra de un gobierno establecido. Aquellos quienes participan en una rebelión, son denominados rebeldes.RevueltaUna revuelta es cuando grupos de personas se juntan para cometer actos de violencia por lo general como una reacción contra una sensación de injusticia o injuria, o como un acto de disenso. Históricamente, se han producido revueltas debido a condiciones de vida marginales, explotación en el trabajo, opresión por el gobierno, descontento por impuestos o conscripción, conflictos entre razas o religiones, y hasta como consecuencia de un evento deportivo. En muchos casos los revoltosos se supone actúan en forma violenta porque ellos perciben que los canales legales son inadecuados para corregir la injusticia.

“Reed, México insurgente”

El largometraje, Reed, México Insurgente ofrece una narración de la historia del periodista estadounidense John Reed, cuando ingresa a territorio mexicano para vivir la experiencia de la Revolución. Conoce al general Urbina en Durango, asiste a los funerales de Abraham González, entrevista a Pancho Villa, pero de manera relevante se relaciona con una serie de personajes anónimos, hombres y mujeres protagonistas de la historia mexicana de la revolución que lo inspiran en sus anotaciones diarias que posteriormente publica. A lo largo de un año y medio, Reed consigue ganarse la confianza de los revolucionarios, particularmente la del general Urbina, y termina involucrándose activamente en la guerrilla.El periodista norteamericano de políticas radicales, llega a México con la intención de cubrir la Revolución de manera estrictamente profesional. Sin embargo, le cuesta trabajo mantener la objetividad periodística ya que comienza a apasionarse profundamente con el pensamiento revolucionario que en ese entonces brotaba como libre manantial en México y comienza a seguir a las tropas del General Tomás Urbina en su recorrido por todo el país.Realizada originalmente de manera independiente, para ser luego absorbida por la industria, esta película marcó el debut de Paul Leduc, quien se inspira en el documento memorístico de la Revolución Mexicana de John Reed, “Reed, México insurgente” para conseguir una aproximación sensible, honesta y desmitificadora de la historia de México.Me pareció una película que pocas veces ofrece un panorama diferente y más apegado a la realidad de los hechos históricos que en otros casos en los que se da una versión viciada y manipulada.