jueves, 5 de junio de 2008

CULTURA Y CONTRACULTURA




La cultura se refiere a una multitud de características que conforman al sujeto en un ambiente social, es decir, “cultura” es simplemente una palabra que engloba educación, mitos, religión, creencias, tradiciones, formas de ser, sentir y pensar, conocimientos, valores, imaginario social.
Es una construcción colectiva, dado que a partir de las necesidades y satisfacciones que siente el sujeto, la va a crear y a transmitir. Es un sistema de símbolos y discursos que dan a nuestro actuar en el mundo y, por tanto, llega a construir parte integrante de la identidad de los sujetos y uno de los niveles de su integración.
En la cultura es donde se va a producir una identidad nacional, es decir, el hombre va a ser el creador de ese conjunto de elementos de los que está constituida la humanidad y a la vez él mismo se va a crear, así la cultura tomará una esencia colectiva.

La cultura se puede entender como el complejo de conocimientos, creencias, artes, leyes, moral, parentesco, costumbres y toda la facultad que poseen los miembros de una sociedad que permite situar al hombre en su situación propia, con el instante concreto de un paradigma cultural. Esto supone distintos sentidos según la clase social, el grupo étnico, el idioma, la identidad regional o la totalidad de la sociedad a la que se aplique.

El imaginario social, las instituciones y por ende la cultura son creadas y recreadas nuevamente, de acuerdo a las necesidades económicas, políticas, y la situación histórica-social en la que se encuentre, por lo tanto, ante estas situaciones no gratas para el sujeto, busca una nueva forma de vida, se va sublevando ante estas circunstancias. Por ello, al no estar de acuerdo con la cultura dominante se buscan alternativas de expresión, dándose así, algunos fenómenos contraculturales.

La cultura como institución, dota a la contracultura de aspectos fundamentales para su construcción, es decir, va a tomar de la cultura solo algunos elementos que se deseen transformar, sin embrago, la cultura no se pierde porque de otra manera la contracultura no podría existir, de la cultura, se extraen algunos aspectos no satisfactorios a los cuales se va a criticar y agredir.

Los fenómenos contraculturales vienen a ser el parte aguas para ese cambio tan anhelado, como lo es básicamente ante la represión y el dominio que ejercen varias instituciones, esas instituciones que se encargan de marcar ciertas normas y/o reglas con las que de alguna forma no se están de acuerdo, que de alguna manera no le dan vida a la libertad de pensar, de actuar, de sentir y, por ello, la insatisfacción del sujeto.

Ante estas circunstancias se construye ahora un imaginario radical con tendencia a la transformación de la cultura ya institucionalizada, dicho imaginario se encargará de ir creando nuevas formas de imaginarse el mundo y vivirlo de acuerdo a esos deseos que de alguna manera la cultura dominante no le ha dado cabida.

La contracultura es la encargada de cuestionar, de criticar, de crear y de encontrar algún espacio en donde se dé a conocer el malestar que se siente ante esas figuras de alteridad, poniendo así, en tela de juicio no solo el imaginario social, sino también, las formas instituidas de su cultura.

El término se precisa en Norteamérica, contracultura es la suma de movimientos cuyo fin es consolidar un espacio alternativo para formas de vida, convicciones, predilecciones artísticas, ahí alternan o se combinan durante la primera etapa los fanáticos del Rock, los izquierdistas no ortodoxos, las feministas (en un medio que sigue siendo machista), los primeros ecologistas, los anarco-pacifistas, los defensores de la libre expresión.

La finalidad de la contracultura es buscar un cambio en la estructura social establecida, en esas culturas dominantes que no dan lugar a la expresión, a la igualdad, a la democracia, ante estas situaciones estresantes, marginadas se busca por medio de movimientos, alternativas de vida que los satisfagan de alguna manera.

Algunos grupos tuvieron como finalidad dar a conocer la inconformidad de su cultura por medio de manifestaciones culturales como lo eran las marchas, los conciertos de rock, los performance, etc. Que en aquellas épocas no eran tolerables, sin embrago esas ideas contraculturales no se han perdido y en la actualidad aún se contemplan, obviamente, no persiguen los mismos fines, dado que la historia no es estática.

La contracultura no es un concepto limitado como muchas veces se le asigna a los jóvenes, como lo son los beatniks, roqueros, jipis, pachucos, punk, dark, etc. El concepto de contracultura abarca más ámbitos como lo artístico, lo literario, lo económico, entre otros.

Contracultura es el conjunto de movimientos, ideas y acciones de significación social cuya expansión se opone a los valores consagrados por la tradición artística, científica, y filosófica contenida en las grandes realizaciones culturales de la humanidad.

Es una actitud que posee entre otras características la de socavar, negar o ignorar el valor de las grandes obras de la cultura.

Como contracultura se conoce también al conjunto de movimientos contra la institución y las estructuras de pensamiento dominante, puede entenderse como aquello que se opone a toda forma de convención social o de conservadurismo, a todo lo establecido que permanece inmutable o inacabable, puede ser cualquier manifestación social, cultural e incluso económico que cuestionan estructuras de poder verticales, cuestiona tanto los métodos coercitivos de la derecha , como los de la izquierda, los métodos verticales y autoritarios, la contracultura son manifestaciones espontáneas.

La contracultura será marginada por la cultura dominante, ya que esa cultura ejerce su poder a través de lo económico, político; siendo que los sujetos que pertenecen a la contracultura es solo una minoría comparada con la cultura dominante, sin embrago comúnmente se piensa y se ve una separación entre ambas, a pesar de que esa contracultura también forma parte de la cultura.

La cultura institucional se refiere a la dominante, dirigida, heredada y con cambios para que nada cambie, muchas veces irracional, generalmente enajenante, deshumaniza, consolida el status quo y obstruye, sino es que destruye, las posibilidades de una expresión autentica entre los jóvenes, además aceita la opresión, la represión y la explotación por parte de los que ejercen el poder, naciones, corporaciones, centros financieros o individuos.

Ante estas situaciones sociopolíticas se va desarrollando una profunda insatisfacción hacia lo ya establecido, buscando así, la creación de nuevos espacios que construyan la libre expresión esa recreación de los imaginarios sociales, esos imaginarios rígidos, sometedores y represores que en gran medida son relacionados con los adultos. Por ello, la contracultura surge cuando aumenta la rigidez de la sociedad y las autoridades forman un imaginario de que todo está bien, que todo en el país está estable, pero del discurso a la realidad hay un gran espacio, sin embrago el sujeto tiene la capacidad de percibir lo que en realidad sucede a su alrededor de decretar las promesas y las metas de la sociedad.

La contracultura es cultura y manifiesta un rechazo al sistema que tiene impacto en toda la sociedad, pero que no representa una militancia, oposición o movimiento político, sino que se manifiesta mediante actos culturales: maneras de hablar, de vestir, de usar el cuerpo; costumbres e ideas que no representan propiamente una ideología sino más bien una manera de entender el mundo. Muestra una “estética de la antiestética” y en el fondo procura ser ella misma y no parte de la uniformidad.

Se puede decir que la contracultura es parte de la cultura; sin este elemento de cultura no podría existir, dado que no se tendrían elementos para cuestionar, para analizar, para crear, sin embargo, la contracultura no va a ir en contra de toda la cultura solamente en algunos aspectos de ella, con los que de alguna manera no se esté de acuerdo.

El Topo (1969)



En un oeste simbólico, el pistolero Topo enfrenta a una banda de fetichistas, comandada por un coronel lascivo, que mantiene asolada a una congregación franciscana. Tras liquidarlos, el Topo va en busca de los cuatro Maestros del Revólver y los derrota. Abatido sobre un puente colgante, el Topo es rescatado por un grupo de enanos y minusválidos a quienes intenta liberar sin éxito.

La Democracia en México

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
Al hablar de desarrollo económico estamos refiriéndonos, querámoslo o no, a un fenómeno mucho más amplio que el simple crecimiento del producto, o la sola mejoría de los niveles de vida; a un problema de orden moral y político. El termino desarrollo económico es sucesor y heredero de otros como “Civilización” o “Progreso”, quizá menos técnicos pero más comprensivos, que apuntaban expresamente a la misma idea que supone el término “desarrollo económico”; a un tipo de moral igualitaria, que está en el trasfondo de toda ética social desde el siglo XVIII, y en la base de toda actividad política-pacífica o violenta- desde que en ese mismo siglo se inicia, en forma sostenida, la revolución de las grandes expectativas populares.La teoría del desarrollo económico es en gran parte una de las más recientes respuestas a esta expresión moral y política de las masas. Pero por razones técnicas e ideológicas, suele olvidar en qué radica esencialmente el origen del problema del desarrollo y su solución; reduce su análisis al crecimiento del producto; a lo más, a su distribución; y descuida la vinculación de estos fenómenos con el campo político y social, aunque ocasionalmente lo recuerde.El texto constitucional de México-como el de los demás países latinoamericanos- se inspira en las ideas de la Ilustración Francesa y de los constituyentes de Filadelfia. Las ideas de Rousseau sobre “la soberanía popular”, las de Montesquieu sobre la división y equilibrio de los “tres poderes” y la de los “contrapesos y balanzas” del poder estatal, a que se refiere Madison en El Federalista, son el fundamento teórico-jurídico de nuestras constituciones políticas.En la evolución de la democracia de tipo euroamericano, con posterioridad al florecimiento de las ideas ilustradas, surge una organización que, desde la segunda mitad del siglo XIX no puede ser ignorada al analizar el juego democrático. Son los sindicatos y uniones de trabajadores. En México el artículo 12 de la Constitución-uno de los mas avanzados, y pioneros en su género-reconoce el derecho de asociación de los trabajadores, así como el derecho de huelga.En realidad, el sindicalismo-como fuerza política-presenta múltiples características de una variable dependiente, no sólo del partido del gobierno, sino específicamente del Ejecutivo.En resumen, se advierte que el sistema de “equilibrio de poderes" no funciona. Hay un desequilibrio marcado que favorece al Ejecutivo.Aparentemente el Legislativo tiene una función simbólica. Sanciona actos del Ejecutivo. Les da una validez, una fundamentación de tipo tradicional y metafísico, en que los actos del Ejecutivo adquieren la categoría de leyes, o se respaldan y apoyan en el orden de las leyes, obedeciendo a un mecanismo simbólico muy antiguo, aunque de tipo laico.La Suprema Corte de Justicia obra con independencia respecto del Poder Ejecutivo, y constituye en ocasiones, un freno a los actos del presidente de la República o de sus colaboradores. Tiene como función dejar que, en lo particular, ciertos actos y medidas del Ejecutivo queden sujetos a juicio. Su función principal es dar esperanza, a los grupos y personas que pueden utilizar este recurso, de salvar en lo particular intereses o derechos.La idea de una federación integrada por estados libres y soberanos, típica del modelo elaborado por los constituyentes de Filadelfia-y recogida por todas nuestras constituciones liberales hasta la actual- no corresponde a la dependencia real que guardan los estados respecto del presidente.Esta dependencia tiene características políticas, militares y económicas.El problema de la libertad municipal tiene raíces muy profundas. La libertad municipal es una institución que en frecuencia no existe desde su base misma. Ni la estructura del poder local ni la actividad política de los vecinos derivan en algo que se parezca a un municipio libre. Y la entidad política que surge y se denomina municipio libre está en realidad, controlada por el poder estatal y la Federación.Los verdaderos factores del poder en México, han sido y en ocasiones siguen siendo: a) los caudillos y caciques regionales y locales; b) el ejército; c) el clero; d) los latifundistas y los empresarios nacionales y extranjeros. Se trata en todos los casos, de instituciones que han influido o influyen directamente en la decisión gubernamental, cuya acción como instituciones políticas no sólo era ajena a la teoría euroamericana de la democracia (para la política todos ellos deberían haberse organizado con los ciudadanos), sino que incluso la mayoría eran el blanco de toda la ideología liberal.México está ubicado en la zona de influencia de la economía y el Estado norteamericanos, a cuyo favor opera el factor de dominio. Su historia internacional en lo que va del siglo XIX-sobre todo en el periodo de la Revolución Mexicana- es una historia de medidas políticas, militares, económicas, que buscan limitar la influencia norteamericana e incrementar la capacidad de negociación del Estado mexicano, Historia de tropiezos, avances y retiradas, la dinámica de la desigualdad no se rompe. A distintos niveles, y con una capacidad de negociación mucho más alta de la que teníamos en el pasado, el mismo problema se sigue planteando, ora en el terreno económico, ora en el político y el cultural.Es evidente que México es un Estado, y el Estado mexicano-presidencialista-es dueño de los instrumentos vitales de la economía nacional. Todos esos son hechos que explican por qué en medio de condiciones externas difíciles, México puede hoy-después de una revolución popular que originalmente sentó las bases del Estado-continuar una política de liberación y nacionalización-como la reciente compra de la industria eléctrica-y una política internacional independiente, basada en sus tradiciones nacionales y útil para conservar su capacidad de negociación en lo económico, como el no aceptar pactos militares con losa Estados Unidos, o no alinearse servilmente en la política norteamericana contra Cuba.Si ello ha significado el que tenga una ayuda insignificante de los Estados Unidos en comparación con lo que han recibido en forma de donativos y ayudas otros países de América Latina (tres y medio millones de dólares en la década 1950-59 frente a 424 que recibe toda América Latina), ello ha significado también la existencia y sobre vivencia del Estado mexicano, y que en medio de las dificultades y presiones de México sea uno de los países de mayor estabilidad en América Latina, y quizás el único donde el sentimiento “antiamericano” ha cedido el paso a un sentimiento estratégico de la independencia nacional y el desarrollo.

Los laberintos del poder

PETER H. SMITH
En este capítulo se analiza el cambio y la continuidad en las estructuras de las carreras políticas, con el fin de someter a comprobación la idea de que el acceso a un cargo público elevado podría estar relacionado con la posición estratégica que ocupa una persona dentro del sistema burocrático.
Las correlaciones relativamente débiles conducen a suponer que en México en el siglo XX, el éxito político pudo haber estado vinculado más con una posición institucional que con el origen social. Es decir, es posible que la movilidad política dentro del mismo sistema dependiera más de la ocupación de un determinado cargo público que de atributos personales de adscripción. El haber ocupado el cargo A puede haber llevado al cargo B, y el cargo B a su vez pudo haber conducido al cargo C; una red similar, aunque separada podría identificarse con respecto a los cargos X, Y, y Z. Por lo tanto y de acuerdo con lo anterior el acceso a un cargo público elevado puede abrirse únicamente a través de rutas específicas, y la posición que uno ocupe con respecto a esas rutas en particular determina la probabilidad de alcanzar puestos de nivel superior.Un presupuesto clave que subyace a esta proposición es que en México al igual que en otras partes, los políticos son ambiciosos- es decir, que persiguen los cargos políticos más elevados- y que tienden a calcular sus posibilidades de éxito ulterior con base en la posición que ocupan en un momento dado. En este sentido lo importante no es tanto quiénes fueron y de dónde venían, sino más bien en dónde están y desde ahí a donde pueden esperar ir.Por lo tanto, puede afirmarse que ha habido una circulación constante de élites. En México el proceso ha significado una veloz rotación de personas, pero miembros casi todas ellas de una sola clase: la clase media (y las fracciones que la constituyen). La circulación no ha conllevado el tipo de movilidad social, de apertura de oportunidades y de amplia incorporación de elementos de la clase baja que, según la noción de Pareto, conducirían a la estabilidad institucional. Más bien, la circulación de las élites, unida a la cooptación de disidentes potenciales, se han conjugado para fortalecer el predominio de la clase media y para acelerar la tendencia a la centralización.Esto es que, recurriendo al uso de nuevos mecanismos, el sistema político mexicano ha recuperado el nivel de control centralizado que antes mostraba durante el régimen de Díaz. Aunque a decir verdad el poder reside en un sistema presidencial monolítico más que en la persona de un individuo omnipotente, lo cual constituye una diferencia sustantiva aunque el grado de centralización efectiva sea muy similar. De manera por demás irónica el PRI no ha institucionalizado realmente la revolución, según lo proclama su nombre. Lo que ha hecho es encontrar una nueva fórmula para reinstitucionalizar la esencia del porfiriato.

El Estado y los partidos políticos en México

PABLO GONZÁLEZ CASANOVA
Al terminar la segunda guerra mundial el Estado mexicano y las relaciones de clases y grupos adquirieron el carácter de un sistema.La nueva clase gobernante había mostrado ya su autoridad sobre la antigua; le había quitado el poder y la idea de recuperarlo. Dominaba en forma innegable en todos los órdenes: político, militar, económico, ideológico. A lo largo del territorio nacional gobernaba una clase reagrupada en torno a los caudillos de la revolución mexicana. Muchos de los caudillos habían abandonado sus posiciones anticlericales y socialistas de épocas interiores, se habían vuelto más civiles, liberales y burgueses. El perfil de una burguesía moderna, “americanizada” y “latina” caracterizaba la mentalidad y los “estilos de vida” de los nuevos gobernantes. Las formas autoritarias del pasado habían sido rehechas. Las estructuras de la dominación oligárquica anterior difícilmente se identificaban con un nuevo presidencialismo, que contaba con el Partido Revolucionario Institucional –inmenso partido del Estado-, así como con un sindicalismo oficial o gubernamental, y con organizaciones de encuadramiento y control de las masas populares y campesinas.El Estado tenía realmente una presencia general. Los símbolos del poder se renovaban constantemente con objetos y personajes de adoración profana, amenazadores y alegres, cívicos de fiesta. La disciplina política y cívica, libremente consentida, consciente de los viejos y nuevos fenómenos de la represión y la corrupción, dio pasos firmes como creencia realista y alegre complicidad. El conocimiento quedó a cargo del Estado, al menos como cultura de la “prueba”, de la derrota y el éxito. La alegría quedó también a cargo del Estado y fue una de sus nuevas prendas. Las canciones y bailes del pueblo llegaron a Palacio Nacional y de este volvían a los poblados y al campo. El Estado no los monopolizaba. Los transmitía y recibía por la radio y el cine o los magnavoces, los gozaba con la iniciativa privada y el pueblo reunidos o separados.Dentro de un régimen cuya base de reproducción radica en invocar las elecciones populares para la asignación de una parte importante de los pueblos de gobierno, el PRI, como partido del Estado, es el órgano especializado en todas las tareas relacionadas con la lucha política para mantener el monopolio o el predominio del gobierno en .los puesto de elección popular. Estas tareas imponen los mas distintos tipos de funciones al partido del Estado.En primer lugar el partido tiene como misión consolidar el monopolio o predominio político e ideológico del Estado entre los trabajadores y los pobladores, entre los líderes y caudillos políticos y entre la iniciativa privada.En segundo lugar el partido tiene como misión el organizar, movilizar y encauzar al electorado.En tercer lugar el partido se ocupa de auscultar la opinión y orientación de los grupos más activos en la formulación de demandas políticas sociales para seleccionar a sus representantes y hacerlos elegir como candidato del partido, a los puestos de elección popular.El poder del PRI es el del Estado. El poder del PRI varía de acuerdo con la correlación de las fuerzas que se expresan en el Estado. Esta correlación cambia después del análisis de Cabrera por el empuje inusitado de las masas obreras y campesinas que el veía aletargadas y que obligaron a Cárdenas a rehacer el partido del Estado, transformándolo en Partido de la Revolución Mexicana (1938). En el PRM tuvieron mucho mayor peso que nunca las organizaciones obreras y campesinas. Después el partido del Estado cambia como el Estado mismo: ambos administran regularmente una política de masas con organizaciones de masas. El partido se ocupa de la administración electoral de la política de masas: el Estado de la administración económica, social y coercitiva de la política de masas. La creciente influencia de la burguesía en el Estado no acaba ni con la política de masas del partido ni con la política de masas del Estado. Ambos articulan los intereses de una gran cantidad de organizaciones de masas que forman parte del PRI o del sector público de la economía, mediando la lucha de clases como concesiones, arbitrajes, negociaciones y represiones que dan al Estado el monopolio de la elección para los puestos más importantes de representación popular, mientras el Estado establece el monopolio de la represión y de los órganos represivos y domina una parte importante de la economía, que corresponde a la propiedad pública, al gasto público y a la inversión social. El PRI nace y se desarrolla como parte de un Estado arbitrario, negociador y concesionario que forma una inmensa corporación de masas, inserta en las leyes de un desarrollo capitalista en que el capital monopólico tiende a incrementar su poder y su influencia propias, y en el interior del Estado, pero sin lograr que lo que éste tiene de poder corporativo y de poder de masas organizadas, integradas y administradas llegue a quebrantarse o romperse. La gran corporación mantiene su fuerza económica, política e ideológica con una organización autoritaria y negociadora, represiva y concesionaria, oligárquica y popular, representativa de funcionarios, líderes o jefes políticos, y de masas.En México el gobierno y el Estado forman un todo constitucional. La lucha por el gobierno y la lucha por el poder están mucho más estrechamente ligados que en otros sistemas políticos. El gobierno no se separa del poder del Estado, y éste tiene una autonomía relativa frente a la burguesía aunque pierda.La política de renovación de cuadros sirve para regular la política de masas y clases, para hacerla variar de individuos y representantes, según los cambios objetivos del poder. Esa política desaliente la lucha de los cuadros fuera de las organizaciones de masas que no están en el PRI, y hace que entren al PRI los cuadros y masas más organizados y combativos, usando para ello otros recursos relacionados con los bienes de este mundo, y con la propaganda de desaliento en un mundo mejor, de desmoralización, seguida de consignas triunfalistas aplicables a cuadros y masas.La fuerza del Estado se expresa también en la política de mediación, intermediación y mediatización de las demandas populares. Esta política tiende a regular la conducta de las masas, de sus organizaciones y líderes. Quien media para la solución de un conflicto, quien disminuye las exigencias y aleja los peligros de una ruptura con las masas, ya sea como líder u organización de líderes, transmite y aprende las reglas del éxito propio y de sus validos. Ambos se integran al sistema y le dan legitimidad.La lucha ideológica del Estado y el partido es absorbente. Éstos buscan cubrir todos los campos del concepto y la argumentación política. El Estado se presenta como defensor e intermediario natural de los ideales del pueblo abierto a las corrientes del pensamiento universal con una perspectiva propia nacional, que es obra de sus arraigo en esa historia y ese pueblo del que forma parte, con el que lucha y con el que busca seguir luchando por la independencia, la libertad y la justicia social hasta la instauración de “un nuevo orden mundial” y una “nueva sociedad”. El Estado es depositario de todos los ideales nacionales y humanos, pero entiende las voces disidentes auténticas, receptivo, abierto, sin caer en totalitarismos ideológicos. La prueba: libertad de prensa, de cátedra, de investigación, de crítica partidaria, que efectivamente se dan por contradictorias y limitadas que serán.La represión es un recurso permanente contra todo movimiento popular y obrero que lucha fuera de la coalición gubernamental. Es el último recurso. Y también el primero. Se usa cuando han fallado todas las demás instancias y como forma de recomponer las fuerzas y reiniciar los procesos de captación, conciliación, arbitraje.En México toda lucha política real esta directamente relacionada con la lucha por el poder. La extrema derecha lo sabe bien, y hacia el poder encamina sus pasos. El capital monopólico busca implantar en México una política de acumulación a la sudamericana. Quiere más utilidades y nuevas fuentes energéticas. Las quiere con mentalidad conquistadora.

La política del desarrollo mexicano

ROGER D. HANSEN
En este capítulo se trata de describir los aspectos del “mecanismo de crecimiento” de la economía mexicana. Durante las tres décadas posteriores a 1940 la economía mexicana ha crecido a una tasa anual de más del 6 por ciento; en datos per capita, la tasa ha excedido del 3 por ciento. Durante ese periodo la producción manufacturera se ha elevado aproximadamente en 8 por ciento al año. La producción agrícola creció a una tasa aún más rápida durante la primera década de ese periodo, y bajó a una tas anual de incremento de 4.3 por ciento durante la década siguiente. Entre 1940 y 1962, el producto medio por persona empleada en el sector agrícola se elevó en 68 por ciento, o sea el 2.4 por ciento anual.Los desplazamientos por sector, tanto en el periodo como en la ocupación, ocurridos en los últimos 30 años, ilustran la naturaleza fundamental de los cambios que ha experimentado la economía mexicana.Entre 1935 y 1960, más de la mitad de la inversión del sector público se destinó a gastos capitales de infraestructura en la agricultura, transportes y comunicacionesLa prioridad en la inversión pública se desplazó del recientemente próspero sector agrícola hacia la industria y los transportes.Durante los años comprendidos entre 1939 y 1960, el sector público financió más de las tres cuartas partes de sus programas de inversión con sus propios ahorros, esto es , con el ingreso gubernamental neto, deducidos los gastos de cuenta corriente, y el superávit de las empresas y organismos estatales descentralizados.México se asemeja más a sus vecinos del sur en el renglón de la política comercial. Su mercado interno está altamente protegido, lo que se debe al compromiso adquirido por el gobierno mexicano con respecto a la industrialización a partir de los años de Cárdenas (1934-1940), y particularmente durante las presidencias de Manuel Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán (1946-52) y Adolfo Ruíz Cortines (1952-58). Dos son las políticas principales que se han empleado para aislar al productor nacional de la competencia extranjera. En los primeros años se acudió a la protección arancelaria en proporciones considerables para impulsar a los inversionistas nacionales a iniciar empresas que sustituyeran a las importaciones. La política de la administración de Ávila Camacho fue ofrecer protección a prácticamente todas las industrias nuevas que aparecieron en México durante los años de la guerra . Miguel Alemán, aún más determinado que su antecesor a lograr la meta de la industrialización mexicana, continúo aplicando una amplia protección arancelaria para alentar las inversiones del sector privado.Para fines de la sexta década se había desarrollado un complicado sistema de licencias para la importación, y este control directo sobre las importaciones constituye actualmente la principal forma de protección mexicana. Ese programa se inició en la quinta década con el doble objetivo de incrementar el ritmo de la industrialización y de conservar las escasas divisas para la importación de artículos que no fueran de lujo.Las políticas comerciales que aseguran al empresario mexicano un mercado interno protegido, se han complementado con otros incentivos a la inversión privada. En los primeros años del periodo se dieron a los industriales concesiones fiscales importantes. A partir de 1941 se concedieron exenciones del pago de los impuestos principales, para periodos que variaban de cinco a diez años, a las empresas nuevas y a las consideradas como necesarias para el desarrollo industrial de México. También se redujeron los gravámenes para la importación de materias primas y equipos para las empresas manufactureras. Los subsidios a la inversión y el tope a las tasas nominales de interés fueron un aliciente adicional para los empresarios mexicanos; a resultas de esta última política, es posible que el costo de los créditos haya llegado a niveles incluso negativos, durante los años inflacionarios de fines de la quinta década y principios de la sexta.Un último elemento muy importante para el programa de estímulos a la industrialización fueron los efectos que tuvo la política impositiva sobre la distribución del ingreso nacional. A fines de la cuarte década y en la quinta, el gobierno mexicano acudió al financiamiento inflacionario de los gastos del sector público.La economía mexicana, como todos los sistemas económicos que básicamente son de libre empresa, es al mismo tiempo un “mecanismo de distribución”; tal vez los obstáculos fundamentales al proceso de desarrollo que se han presentado en América Latina se deben a que las políticas destinadas a alimentar los mecanismos de crecimiento influyen también en la distribución de la riqueza dentro de las sociedades. En México, generalmente las políticas monetaria, fiscal, comercial y laboral han estado destinadas a incitar a la comunidad que se dedica a los negocios, para que ahorre e invierta en el mercado nacional proporciones crecientes de sus utilidades que van en aumento; pero estas mismas políticas, aplicadas en forma eficaz para acelerar el crecimiento, han tendido a provocar-o cuando menos a reforzar- una pauta muy inequitativa en la distribución del ingreso.Durante la quinta década la distribución del ingreso en México se caracterizó por 1) ingresos rápidamente crecientes de las empresas, 2) entradas per cápita derivadas de los salarios y sueldos, con un lento incremento y 3) una reducción de las tasas del salario real. El resultado fue una distribución del ingreso cada vez menos equitativa; acompañada de una lenta elevación del nivel de vida general. La redistribución del ingreso a favor de las utilidades dio por resultado, tanto el logro de la ocupación plena de los recursos de capital como un proceso de inflación.La gran desigualdad en la distribución del ingreso en México es sobre todo un reflejo del nuevo dualismo que existe en el sector agrícola mexicano. En tanto que ha modernizado un pequeño segmento de la agricultura mexicana, quizá hasta el 85% por ciento de las propiedades privadas y ejidales en conjunto, todavía se cultivan en forma primitiva. El resultado es que en el sector agrícola el producto por trabajador es sólo un sexto de lo que es en el resto de la economía.La Constitución de 1917 definió a la democracia “no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”, e incluyó muchos artículos destinados específicamente a promover el mejoramiento social y económico de los segmentos menos favorecidos de la sociedad mexicana. Particularmente importantes para tratar de comprender la paradoja implícita en la estrategia mexicana para el desarrollo posterior a 1940, son los artículos 27 referente a la reforma agraria y el 123 referente a los derechos obreros.

El debate político e intelectual en México

JAIME SÁNCHEZ SUSARREY
Como consecuencia de la reforma política y de la evolución de las distintas fuerzas de izquierda se produjo en 1981 la fusión de varias organizaciones.Nace así el Partido Socialista Unificado de México (PSUM): su perfil ideológico y programático no es del todo claro, pero afirma que su acción será guiada por el socialismo científico y que su objetivo es la construcción de una sociedad socialista. La cuestión electoral y la participación en el parlamento pasan a primer plano. El debate político nacional experimenta un desplazamiento: ya no se centra en la actualidad de la revolución, sino en la cuestión de la democracia, el proteccionismo y el estatismo. La izquierda enfoca sus baterías contra el libre comercio y contra la democracia sin adjetivos. El neoliberalismo que busca la inserción de México en la economía mundial, la contracción económica del Estado y establecer alianzas con los intereses del imperialismo. Los socialistas hacen del proteccionismo (el desarrollo del mercado interno ( y de la intervención estatal dos baluartes de la soberanía nacional. Postulan que sus alianzas y sus soportes están en el movimiento obrero en particular y en el movimiento popular en general: clases medias, campesinos, pequeños empresarios. La ampliación de la intervención estatal les parece una reivindicación legítima e indispensable: cada nueva empresa estatal e una conquista de la nación sobre la economía. La propiedad estatal se identifica con el patrimonio nacional. Nacionalizar es hacer patria.El Nacionalismo revolucionario se asume por la izquierda de dos maneras distintas: para unos es el verdadero proyecto progresista, la única opción viable que está enraizada en las mejores tradiciones del pueblo, y que en determinado momento se podrá ligar con un programa socialista. Para otros, el empeño nacionalista no pasa de ser un reformismo pequeño burgués, pero admiten que es un programa menos conservador que el neoliberalismo. Esta convergencia explica que las discusiones sobre la entrada de México al GATT en 1979 y 1085, y la nacionalización de la banca hayan encontrado a toda la izquierda del mismo lado. Todo un favor del proteccionismo, del estatismo y de una democracia con adjetivos.Los intelectuales de izquierda vieron en la nacionalización de la banca un avance sustancial del proyecto nacionalista y revolucionario.La posición de Octavio Paz, Gabriel Z aid y Enrique Krauze fue opuesta: vieron en la nacionalización un acto apresurado y demagógico que pretendía restaurar el prestigio del presidente.El México corporativo es minoritario respecto del México no organizado. Los enclaves corporativos, desprovistos de su vínculo con el Estado, son un tigre de papel.La cuestión de las relaciones entre el poder y el saber no es sencilla. El mundo ha cambiado mucho. Sin embargo, la transición que vive México y el peso de nuestra historia no dejan lugar a dudas: el mejor servicio que puede prestarse el intelectual a si mismo, pero también a la sociedad y al Estado, es conservar su independencia e incluso su marginalidad. No hay detrás de esa afirmación ningún maniqueísmo. Es el reconocimiento de que el intelectual no debe responder a otra causa que no sea la de su conciencia y no debe hablar en nombre de ninguna entidad colectiva (llámese Estado, partido o clase) sino en el suyo propio.

La Guerra de Galio

Héctor Aguilar Camín
Periodista, historiador y escritor mexicano, uno de los intelectuales más sobresalientes de México. Nació en Chetumal, en el estado mexicano de Quintana Roo en 1946. Estudió ciencias y técnicas de la información en la Universidad Iberoamericana y realizó su doctorado en historia en El Colegio de México. En 1989 fue becario de la Fundación Guggenheim. Fue investigador en el Instituto Nacional de Antropología e Historia y colaborador en los periódicos La Jornada, Unomásuno y La Cultura en México. Ha dirigido la revista Nexos y la editorial Cal y Arena. Representante del llamado “nuevo realismo”, su aguda observación política y su crítica social han quedado patentes en las novelas Morir en el golfo (1985), La guerra de Galio (1990), El error de la luna (1995), El resplandor de la madera (1999) y Las mujeres de Adriano (2002). También ha publicado ensayos sobre temas culturales e históricos, como La frontera nómada (1977), Saldos de la revolución (1984) o Después del milagro (1988); libros de cuentos, como La decadencia del dragón (1983) e Historias conversadas (1991); y ha realizado numerosas traducciones. En 1986 recibió el Premio Nacional de Periodismo Cultural, en la categoría de artículo de fondo, y en 1992 fue galardonado con la Medalla al Mérito por el gobierno de su estado natal por su trayectoria periodística y literaria. Su más reciente publicación es la novela corta Mandatos del corazón (2003).
La Guerra de GalioLos personajes de esta novela son, para gran parte del público lector, fácilmente identificables, porque también lo son los hechos que se narran: el golpe a Excélsior (que aquí se llama La república) y la guerra sucia de los años setenta en México. Sin embargo, como en toda gran obra literaria, el relato va más allá de lo evidente para trazar un retrato de la generación que comenzó su vida adulta hacia 1968, de sus ideales, dudas y miserias. También se da tiempo para narrar la historia amorosa de un profesor de historia y su aventajada alumna. Estos elementos se entreveran con maestría y rigor, y no descuidan dar destino a ninguno de los actores.

Los olvidados (1950)





Los olvidados es, por su temática y por la naturalidad de sus actores, una película engañosamente realista. Filmada durante el apogeo de la corriente neorrealista -que propugnaba por un cine casi documental en el que los actores fuesen gente común y los escenarios fueran reales- Los olvidados fue tomada equivocadamente como una cinta semejante a Roma, ciudad abierta (1945) de Roberto Rossellini o Ladrones de bicicletas (1947) de Vittorio de Sica.
Sin embargo, el filme de Buñuel mantiene muchos de los elementos que lo convirtieron en el cineasta surrealista por excelencia. Los olvidados es un filme acerca de la fatalidad del destino. Es una película sobre lo absurdo e irracional de la vida misma. Los deseos ocultos, los sueños y las pasiones son los elementos que mantienen vivos a los personajes del filme.
La cinta de Buñuel es, por otra parte, una de las aportaciones más importantes que ha dado Latinoamérica al cine mundial. Si el cine es considerado un arte, mucho se debe a la obra de genios como Luis Buñuel y a filmes como Los olvidados.

Una familia de tantas (1948)


Una familia de tantas es uno de los mejores retratos fílmicos de esta etapa de cambios sociales en México que José Emilio Pacheco describiera de forma magistral en su famosa novela "Las batallas en el desierto".
Como en la novela de Pacheco, los personajes de la cinta de Alejandro Galindo se ven enfrentados a una ruptura del orden tradicional en el núcleo familiar, lo cual desencadena un choque de voluntades irreconciliables. Sin embargo, mientras que en "Las batallas en el desierto" la ruptura es un evento pasajero, en la magnífica cinta de Galindo la trasgresión es definitiva. La aspiradora que trata de vender el personaje interpretado por David Silva borra, literalmente, el polvo vestusto que parece acompañar siempre a don Fernando Soler.
Melodrama sin concesiones, Una familia de tantas es una de las pocas cintas de la época de oro que se mantienen vigentes hasta nuestros días. A punto de cruzar el umbral del nuevo siglo, todavía hay en México muchas Marus enfrentadas a la intolerancia de otros tantos Rodrigos Cataño, empeñados en añorar unos tiempos "menos modernos" que los que vivimos.

sábado, 31 de mayo de 2008

ROSTROS MEXICANOS













EL EZLN

· El EZLN fue el primer movimiento guerrillero en el México moderno que conquistó, desde el primer día de su aparición, un espacio permanente en los medios de comunicación. Los anteriores grupos guerrilleros en vano pretendieron, como una parte esencial de su objetivo de lucha, penetrar en la lucha, penetrar en los medios.

· El espacio que en la prensa nacional e internacional ha ganado la guerrilla zapatista de Chiapas desde el 1 de enero de 1994 es de incalculable valor y marca una enorme diferencia con las guerrillas anteriores.



· El EZLN marcó una importante diferencia en la historia de los movimientos guerrilleros de México por su capacidad de convocatoria política en varios sectores sociales: caravanas estudiantiles, Convención Nacional Democrática, consulta nacional, foros especiales para los pueblos indígenas y para la reforma del Estado, reuniones internacionales como el Foro Continental Americano (abril de 1996) y el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (julio de 1996).



· La presencia política de la Iglesia es notabilísima en muchas áreas de esta zona de conflicto. De aquí la dificultad que enfrenta el gobierno federal para deslindar el territorio en que políticamente puede influir a profundidad la estructura obispal y el territorio político, militar o social del EZLN en que esta estructura no puede penetrar.



· El EZLN logró, al cabo de treinta años de lucha guerrillera y por vez primera, sobre todo, la negociación directa con el gobierno federal, que ha mostrado inexperiencia en dos aspectos principales: por su análisis reduccionista de los alzamientos armados y por el desconocimiento de la mentalidad y el discurso indígenas.


· El EZLN enarbola valores de cambios y transformaciones integrales de orden social que una gran parte de México quiere y que expresa a través de los foros nacionales e internacionales que él mismo ha convocado y de la lucha de sindicatos, manifestaciones numerosas, organizaciones de resistencia civil, protestas poselectorales y opinión pública.

· El 5 de enero de 1996, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Jorge Madrazo Cuéllar, propuso ante el Senado de la República, durante la Consulta Nacional sobre Derechos Humanos y Participación Indígena, crear una jurisdicción especial para que los pueblos indígenas resolvieran conflictos civiles, penales, laborales y mercantiles que las autoridades de cada estado pudieran convalidar u homologar mediante procedimientos sencillos y considero que era urgente efectuar modificaciones legales que garantizaran que en los municipios mayoritariamente indígenas los ayuntamientos fueran integrados por indígenas.



· La perspectiva social del primer Congreso del México independiente, el de 1824, empeñada en negar al indio, ocasionó precisamente que el país se organizara partiendo del supuesto de que los pueblos indígenas no existían.


· Ahora los pueblos indígenas no tienen autonomía en la forma que la desean, pero padecen el aislamiento de una isla “autónoma” de marginación y discriminación.



· Desde su aparición, el 28 de junio de 1996, hasta el 28 de agosto, diferentes comandos del EPR emprendieron emboscadas, ataques e incursiones violentas en varios puntos del estado de Guerrero.


· El EZLN o el EPR son apenas episodios, instantes de una lucha social de varias décadas en México. Su hipotético triunfo o fracaso social, no militar, no sería el éxito o fracaso de un grupo, sino el de la continuidad de treinta años de guerrilla o el de quinientos años de resistencia indígena.


· “Abrazar el neoliberalismo nos ha congraciado con el Primer Mundo y nos ha puesto en camino de corregir a marchas forzadas los rezagos de nuestra defectuosa inserción en la economía internacional. Al propio tiempo, la supresión del paternalismo estatal ha roto uno de los pilares del autoritarismo, abriendo cauces potenciales a la modernización democrática.”

· “La globalización económica y su correlato sistemático, el debilitamiento del Estado-nación, están en el trasfondo de la incapacidad de los gobiernos para dar satisfacción a sus electorados y en desapego de buena parte de las élites por asumir mayores responsabilidades sociales en el plano nacional”

(Ibarra, 1996, ciclo de conferencias “Los Compromisos con la Nación”)

· Al finalizar la segunda guerra mundial se contemplaba la construcción de un orden internacional distinto. En los últimos 25 años, el poder económico de las corporaciones trasnacionales a través del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del Acuerdo Mundial de Comercio han impuesto una globalización de la economía por encima de los organismos dependientes de la ONU.


· El “mercado libre” del norte de México con la agricultura de subsistencia y los habitantes nativos de Chiapas en el sur de México, demandan tierras, reformas económicas y de gobierno con respecto a los derechos de los indios. Entonces, Estados Unidos ignorando las realidades políticas y económicas, hace la siguiente declaración: “Si México va a tomar su lugar entre las democracias de Norteamérica, el vacío entre economía y política, y entre los dos Méxicos, necesita urgentemente ser llenado.”

· En los países del Primer Mundo hay, en efecto, una creciente violencia, personal y jurídica, contra las minorías: sean turcos, población negra, minorías asiáticas o hispánicas. Como ejemplo de esto está la lentitud del gobierno mexicano en reconocer los derechos agrarios de las comunidades indígenas de Chiapas durante muchas décadas es una discriminación económica y política.


· En un momento en que parece generalizarse la violencia de la discriminación económica y racial, en que cada vez son menos los poderosos y más los débiles, de los indios de Chiapas viene un mensaje, una señal, antes que el nuevo siglo y el nuevo milenio despunten.


· Por eso, la lucha del EZLN, el valor de los indios zapatistas de Chiapas, no solamente compete a México. Esa lucha, venza o pierda en las tierras de México, es un instante más de la lucha del ser humano por ser reconocido como ser humano. Es una lucha que no ha empezado hoy. Que desafortunadamente no terminará hoy. Pero que aspira a terminar. Que está obligada a vencer en todas las regiones del mundo.

LA NOCHE

La noche, al contrario de lo que la imaginación popular e inducida cree, no es un monstruo que engulle, una sombra o un demonio; la noche no solo vence y duerme y consume, lejos esta de ser el territorio de lo inanimado y de lo volátil, cuervos y espíritus, de lo efímero y lo increado, de lo primigenio.

La noche también descubre y desentume, cambia y metamorfosea, descorre la pesada cortina de luz para revelar los mundos ocultos, activos y móviles, fatales, que se amparan detrás del día. Por el contrario a veces la luminosidad enceguece, altera la auténtica composición de las cosas, las distorsiona con su ansia de precisión y claridad; entonces la oscuridad, que ciertamente unifica y homogeniza, arranca estas trampas y nos enseña otra realidad del mundo, ignota y despreciada, que nos negamos a ver; no se trata sin embargo, de un espacio alterno y vano, no es una apariencia fútil de las cosas, sino su otra mitad, una cara, no mejor ni peor: diferente complementaria, que por lo regular nos negamos a sentir y reconocer, aferrados a nuestra mezquindad fotocéntrica, pero que está ahí y también nos forma, nos nutre y nos anima.

La noche es un sitio fuera del sueño: las noches de los despiertos albergan seres que, apenas por casualidad, habitan los mismos cuerpos que tienen durante el día, pero lo cierto es que son a un tiempo otros y los mismos, reconstruidos bajo el influjo de las estrellas. Por eso se inventó el sueño: para quienes se rehúsan a asumir su naturaleza noctívaga, para los medrosos que prefieren la comodidad de la inconsciencia. En cambio aquellos que prefieren velar mientras las tinieblas se ciernen sobre la tierra, una raza especial, alterna, asumen las mutaciones que la noche produce en sus caracteres y sus sombras, y reconocen que ahí, en la infinita muerte del sol, también hay vida.


Lo mismo pasa con los lugares y las cosas; esta ciudad, por ejemplo, esta megalópolis de cuarenta millones de habitantes, con sus periféricos atestados durante el día, infinitas filas de hormigas muertas, sus rascacielos desgarrados, su energía y su basura y sus incognoscibles destinos, esta ciudad de baches y gozosos insultos, de brumas artificiales y absurdas, e inevitables esperanzas depositadas en sus nuevos gobernantes: esta ciudad también es una a la luz del sol y otra muy distinta al caer la tarde. En cuanto se difuminan los colores, la ciudad deja libres sus temores y ansias, no más confianza en nuevos gobernantes, ni en democracias gloriosas, y reaparece el pánico incubado a lo largo del tiempo, reaparecen los monstruos y los fantasmas que llevamos dentro: homicidios, fragores y violencia, o bien redadas y acciones clandestinas del FPLN, sus bombas inútiles, sus secuestros fastuosos o el simple pulular, lento y salvaje, de mendigos, profetas y desheredados por bares, burdeles y efímeros (los antros de moda), hasta que llega la madrugada con sus cielos blanquecinos o amarillentos para cancelar estos mundos, o sólo adormecerlos durante unas cuantas horas.

Nadie sabe para quién trabaja. La frase no pierde su valor: al ser tan grande el cúmulo de relaciones entre las personas, al nunca poder calcular todos los factores que influyen en un hecho (nadie puede hacerlo, ni siquiera el gobierno, por más poder que acumule en este país) y al estar siempre sometidos al arbitrio del azar, resulta imposible prever las consecuencias de nuestros actos, y entonces afectamos a quien jamás creímos afectar y perjudicamos a quienes menos queríamos perjudicar. Se descubre así que los poderosos no planean y reproducen esquemas cuidadosamente diseñados para beneficiarlos, nadie podría confiar en ellos al cien por ciento, sino que la maquinaria resulta superior a sus componentes. A veces por mala suerte o infortunio, los engranes se mueven por sí mismos y las acciones que algunos traman para perjudicar al sistema, al gobierno o los gobernantes, a fin de cuentas terminan por beneficiarlos.

Los nazis en México

México fue considerado por la Alemania de Adolfo Hitler como una pieza estratégica antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Analizar la presencia en nuestro país del actor Errol Flynn, del magnate sueco Axel Wenner-Gren, del petrolero estadounidense Jean Paul Getty y de la actriz alemana Hilda Kruger, a la luz de los informes secretos de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, confirma la importancia que los nazis dieron a este país.

A partir de 1985el Archivo Nacional de Washington comenzó a desclasificar millones de documentos referidos a actividades nazis en diversos países. Todos estos informes habían sido enviados al Departamento de Estado por sus servicios de inteligencia, diplomáticos, agregados militares y navales. La información contenida en estos documentos permaneció en secreto cerca de 40 años. Pero cuando se desclasificaron, salieron a la luz historias inéditas de personajes hasta entonces prestigiados.

Lo que resultaba realmente fascinante para nuestro país era que los archivos desclasificados reportaron actividades de agentes de la inteligencia militar alemana. La Abwehr, y la policía secreta de Hitler, la Gestapo, en territorio mexicano.

Fue así que los servicios de inteligencia nazi enviaron a Hilda Kruger para que penetrara en las élites políticas mexicanas y asegurara que el gobierno continuara con la venta de crudo. Desde su llegada, Kruger se transformó en una “mata Hari”, en la mujer que cautivo a un selecto e importante grupo de funcionarios. Ya en Alemania había sido amante del Ministerio de Propaganda nazi, el poderoso Joseph Goebbels. Los funcionarios mexicanos que comenzaron “jugando” a la galantería, en aras de conquistar a Kruger, terminaron colaborando y encubriendo las actividades nazis.

Otra de las actividades que realizaron los oficiales del Tercer Reich fue utilizar a nuestro país como plataforma para conseguir la información que requerían sobre los movimientos militares estadounidenses. En esta operación tenían como principal colaborador a un alto militar mexicano, destacado en las actividades diplomáticas: Francisco Javier Aguilar González, quien fuera agregado militar en la embajada mexicana de Washington y en Alemania, además de embajador de Japón, China, Francia y Portugal.

El general Aguilar Gonzáles y los agentes nazis crearon el primer cártel de narcotráfico en México, cuyo fin era cruzar drogas hacia los Estados Unidos. Fue a través de esta organización que lo espías alemanes y japoneses “invadieron” con narcóticos las bases navales de sus enemigos ubicadas en los puertos del Pacífico.

En las actividades de creación y consolidación del primer cártel de la droga participaron varios políticos y funcionarios, encabezados por Gonzalo N. Santos y Donato Bravo Izquierdo. Además se beneficiaron del dinero del narcotráfico los gobernadores de Veracruz y Puebla, Miguel Alemán Valdés y Maximino Ávila Camacho, respectivamente.

En esta operación participó de manera destacada Errol Flynn, para entonces una de las máximas figuras del cine norteamericano. El actor traficaba las drogas entre México y Estados Unidos a bordo de su yate privado, el Sirocco.

Los agentes alemanes, además, apoyaron en toda la República a una gran cantidad de organizaciones de corte fascista. Tanto las “Camisas Doradas” como el movimiento Sinarquista, para entonces la mayor organización de masas, fueron financiados con dinero de la Embajada Alemana en México con el objetivo de que apoyaran la rebelión de Almazán.

En los informantes de la Embajada de Estados Unidos en México resalta uno de manera muy especial: Diego Rivera. El prestigiado pintor se convirtió en improvisado “espía”, denunciando la colaboración de algunos de sus ex camaradas comunistas.

Tras el pacto que firmara el 23 de agosto de 1939 el ministro soviético Molotov con su homólogo alemán von Ribentropp, los agentes comunistas trabajaron en México “en estrecha colaboración con los nazis”. Este extraño amasiato fue denunciado por Diego Rivera a los diplomáticos de los Estados Unidos.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la penetración que lograron los agentes de la Gestapo y la Abwehr en los gobiernos de América Latina permitió que altos mandos nazis escaparan y que sus crímenes contra la humanidad quedaran impunes.

Juan Alberto Cedillo

El periodista, colaborador de la Agencia Efe en Monterrey (norte de México), investigó a lo largo de diez años en los archivos secretos que el Departamento de Estado de EEUU desclasificó en 1985, en el Archivo Nacional mexicano y en los registros de la Secretaría de Defensa Nacional de México (Sedena).

El movimiento feminista en México: aportes para su análisis.

Al revisar los sucesos de los primeros cuarenta años del siglo pasado, en materia de movilizaciones feministas y de mujeres, se encuentran algunas similitudes con la etapa actual; por un lado, no fue casual que para la misma época se estaban desarrollando importantes luchas feministas –en especial las sufragistas- en algunos países europeos y en los Estados Unidos y que esto seguramente sirvió de ejemplo a las mujeres mexicanas.

Ya desde mediados del siglo pasado, más precisamente desde 1857, comienzan importantes movimientos huelguísticos en Jalisco y Veracruz, protagonizado por mujeres que habían sido incorporadas masivamente a la industria textil y tabacalera. Sus demandas: aumento de salario, reducción de la jornada de trabajo y las específicas de licencia por maternidad y protección para sus hijos. Y entre 1880 y 1885 (ya en plena etapa porfirista) las huelgas encabezadas por mujeres se suman al espectro de intensa lucha sindical del momento.

Hay que agregar que fueron muy importantes algunas de las medidas tomadas durante el gobierno de Benito Juárez, más específicamente la ley de Reforma Educativa, que le da un gran impulso a la creación de escuelas secundarias, de artes y oficios para mujeres. De esta manera surgieron maestras, profesionistas y periodistas, entre otras.

También se crearon organizaciones feministas tales como “La siempre viva” en 1870, asociación para la educación de la mujeres; “Las Hijas del Ànahuac” que tiene un papel destacado organizando a las obreras de fábricas de hilados y tejidos; La Sociedad Protectora de la Mujer, para defensa de las mujeres presas y perseguidas políticas, y la Asociación Cosmos (1904) que se manifiestan contra la dictadura de Porfirio Díaz y apoyan a Madero e intervinieron activamente en los primeros clubes liberales.

En 1919 se formó el Partido Comunista Mexicano que, había de tener una fuerte influencia en las organizaciones femeninas durante los veintes y los treintas. Bajo el auspicio del mismo se forma en 1923 el Consejo Feminista Mexicano.

Publicaciones como “La Revista del Hogar” y “La Mujer” pugnaron con vehemencia desde sus páginas por tal enmienda. Estas reformas cubrían las demandas más importantes, aunque dejaban algunas cuestiones sin resolver, como por ejemplo que la mujer casada necesitaba el permiso del esposo para trabajar.

La creación en 1921 de la Secretaría de Educación Publica (SEP), bajo la influencia de Vasconcelos permite la incorporación masiva de las mujeres al magisterio. En 1931 se promulga la Ley Federal de Trabajo en la que, entre otras medidas, se reglamenta el trabajo de la mujer.

En diciembre de 1934 llega a la presidencia Lázaro Cárdenas, y con él una nueva y fundamental etapa para el país, en la que se termina de consolidar la institucionalización de las fuerzas sociales y políticas. Para el movimiento de mujeres este periódo fue el escenario de su fase movilizadota y organizativa culminante, pero tambié el comienzo de su declinación.

Bartra Roger. Anatomía del mexicano. Plaza y Janes. Vasconcelos José. La raza cósmica. Páginas 63-74.

La exaltación del mestizaje, que fue incubada por los positivistas y por el evolucionismo social de lo científicos porfiristas, fue llevada a su paroxismo por José Vasconcelos (1881-1959) en su célebre libro La raza cósmica, publicado en 1925, del cual se publica un fragmento revelador. Con un tono profético avasallador, Vasconcelos vaticinó que América Latina surgiría una civilización verdaderamente universal hecha con el genio y con la sangre de todos los pueblos.

La ventaja de nuestra tradición es que posee mayor facilidad de simpatía con los extraños. Esto implica que nuestra civilización, con todos sus defectos, puede ser la elegida para asimilar y convertir a un nuevo tipo a todos los hombres. En ella se prepara de esta suerte la trama, el múltiple y rico plasma de la humanidad futura.

Comienza a advertirse este mandato de la Historia en esa abundancia de amor que permitió a los españoles crear una raza nueva con el indio y con el negro. La colonización española creó mestizaje; esto señala su carácter, fija su responsabilidad y define su porvenir.

En el suelo de América hallará término la dispersión, allí se consumará la unidad por el triunfo del amor fecundo, y la superación de todas las estirpes. Y se engendrará, de tal suerte, el tipo síntesis que ha de juntar los tesoros de la Historia, para dar expresión al anhelo total del mundo. Los pueblos llamados latinos, por haber sido más fieles a su misión divina de América, son los llamados a consumarla. Y tal fidelidad al oculto designio es la garantía de nuestro triunfo.

En la América Latina existe, pero infinitamente más atenuada, la repulsión de una sangre que se encuentra con otra sangre extraña. Allí hay mil puentes para la fusión sincera y cordial de todas las razas. El amurallamiento étnico de los del Norte frente a la simpatía mucho más fácil de los del Sur, tal es el dato más importante, y a la vez más favorable, para nosotros, si se reflexiona, aunque sea superficialmente, en el porvenir. Pues se verá en seguida que somos nosotros de mañana, en tanto que ellos van siendo de ayer. Acabarán de formar los yanquis el último gran imperio de una sola raza: el imperio final del poderío blanco.

Si la América Latina fuese no más otra España, en el mismo grado que los Estados Unidos son otra Inglaterra, entonces la vieja lucha de las dos estirpes no haría otra cosa que repetir sus episodios en la tierra más vasta, y uno de los dos rivales acabaría por imponerse y llegaría a prevalecer.

Los blancos intentarán, al principio, aprovechar sus inventos en beneficio propio, pero como la ciencia ya no es esotérica no será fácil que lo logren; los absorberá la avalancha de todos los demás pueblos, y finalmente, deponiendo su orgullo, entrarán con los demás a componer la nueva raza síntesis, la quinta raza futura.

Existe el peligro de que la ciencia se adelante al proceso étnico, de suerte que la invasión del trópico ocurra antes que la quinta raza acabe de formarse. Si así sucede, por la posesión del Amazonas se librarán batallas que decidirán el destino del mundo y la suerte de la raza definitiva. Si el Amazonas lo dominan los ingleses de las islas o del continente, que son ambos campeones del blanco puro, la aparición de la quinta raza quedará vencida.

El mudo futuro será de quien conquiste la región amazónica. Cerca del gran río se levantará Universópolis, y de allí saldrán las predicciones, las escuadras y los aviones de propaganda de buenas nuevas. Si el Amazonas se hiciese inglés, la metrópoli del mundo ya no se llamaría Universópolis, sino Anglotown.

En cambio, si la quinta raza se adueña del eje del mundo futuro, entonces aviones y ejércitos irán por todo el planeta educando a las gentes para su ingreso a la sabiduría. La vida fundada en el amor llegará a expresarse en formas de belleza.

En lo sucesivo, a medida que las condiciones sociales mejoren, el cruce de sangre será cada vez más espontáneo, a tal punto que no estará ya sujeto a la necesidad, sino al gusto; en el último caso a la curiosidad. El motivo espiritual se irá sobreponiendo de esta suerte a las contingencias de lo físico. Por motivo espiritual ha de entenderse, más bien que la reflexión, el gusto que dirige el misterio de la elección de una persona entre una multitud.

John Coatsworth

Coatsworth, John. “Los obstáculos al desarrollo económico en el siglo XIX en Los orígenes del atraso. México, Alianza Editorial, 1990, pp. 80-109

John Coatsworth, catedrático de Historia económica y social de América Latina en la Universidad de Harvard. Ha publicado referente a varios países de la región, desde Perú hasta Brasil pasando por México. Su obra más conocida versó sobre el impacto de los ferrocarriles en la economía mexicana durante la época del Porfiriato.

La lectura divulga sobre el rezago de México como patria independiente, señalando que el prolongado periodo de guerras internas acontecidas entre 1810 y 1867 fue el lapso histórico en el que las potencias capitalistas (Inglaterra, Francia y Estados Unidos), desarrollaron su revolución burguesa en todos los ordenes, mientras que México sólo observó cómo el capitalismo foráneo, fruto de la revolución burguesa, sometió la economía nacional.

Mascaras mexicanas

Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra o se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la cólera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle, palabras y sospechas de palabras. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arcos iris súbito, amenazas indescifrables. Aun en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria: “al buen entendedor pocas palabras”. En suma, entre la realidad y su persona establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de imposibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también de sí mismo.

El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior: el ideal de la “hombría” consiste en no “rajarse” nunca. Los que se “abren” son cobardes. Para nosotros, contrariamente a lo que ocurre con otros pueblos, abrirse es una debilidad o una traición. El mexicano puede doblarse, humillarse, “agacharse”, pero no rajarse esto es, permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad. El “rajado” es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Todas estas expresiones revelan que el mexicano considera la vida como lucha, concepción que no lo distingue del resto de los hombres modernos.

La mujer mexicana, como todas las otras, es un símbolo que representa la estabilidad y continuidad de la raza. Todos cuidamos que nadie “falte el respeto a las señoras”, noción universal, sin duda, pero que en México se leva hasta sus últimas consecuencias. Naturalmente habría que preguntar a las mexicanas su opinión; ese “respeto” es a veces una hipócrita manera de sujetarlas e impedirles que se expresen. Quizá muchas preferirían ser tratadas con menos “respeto” (que, por lo demás, se les concede solamente en público) y con más libertad y autenticidad.

Es significativo, por otra parte, que el homosexualismo masculino sea considerado con cierta indulgencia, por lo que toca al agente activo. El pasivo, al contrario, es un ser degradado y abyecto. El juego de los “albures” esto es el combate verbal hecho de alusiones obscenas y de doble sentido, que tanto se practica en la Ciudad de México –transparenta esta ambigua concepción-.

La “inteligencia” mexicana

Si la revolución fue una brusca y mortal inmersión en nosotros mismos, en nuestra raíz y origen, nada ni nadie encarna mejor este fértil y desesperado afán que José Vasconcelos, el fundador de la educación moderna en México. Su obra, breve pero fecunda, aún está viva en lo esencial. Su empresa, al mismo tiempo que prolonga la tarea iniciada por Justo Sierra –extender la educación elemental y perfeccionar la enseñanza superior y universitaria- pretende fundar la educación sobre ciertos principios implícitos en nuestra tradición y que el positivismo había olvidado o ignorado. Vasconcelos pensaba que la Revolución iba a redescubrir el sentido de nuestra historia, buscado vanamente por Sierra. La nueva educación se fundaría en “la sangre, la lengua y el pueblo”.

En la tarea colaboraron poetas, pintores, prosistas, maestros, arquitectos, músicos. Toda, o casi toda, la “inteligencia mexicana”. Fue una obra social, pero que exigía la presencia de un espíritu capaz de encenderse y encender en lo demás.

Toda vuelta a la tradición lleva a reconocer que somos parte de la tradición universal de España, la única que podemos aceptar y continuar los hispanoamericanos. Hay dos españas: la cerrada al mundo, y la España abierta la heterodoxa, que rompe su cárcel por respirar el aire libre del espíritu. Esta ultima es la nuestra la otra, la castiza y medieval, ni nos dio el ser ni nos descubrió, y toda nuestra historia, como parte de la de los españoles, ha sido lucha contra ella.

Una vez cerrado el periodo militar de la Revolución, muchos jóvenes intelectuales –que no había tenido la edad o la posibilidad de participar en la lucha armada- empezaron a colaborar con los gobiernos revolucionarios. El intelectual se convirtió en le consejero, secreto o público, del general analfabeto del líder campesino o sindical, del caudillo en le poder.

La “inteligencia” mexicana, en su conjunto, no ha podido o no ha sabido utilizar las armas propias del intelectual: la crítica, el examen, el juicio.

Los hijos de la Malinche

La extrañeza que provoca nuestro hermetismo ha creado la leyenda del mexicano ser insondable. Nuestro recelo provoca el ajeno. Si nuestra cortesía atrae, nuestra reserva hiela. Y las inesperadas violencias que nos desgarran, el esplendor convulso o solemne de nuestras fiestas, el culto a la muerte, acaban por desconcertar al extranjero. La sensación que causamos no es diversa a la que producen los orientales. También ellos, chinos, indostanos o árabes son herméticos e indescifrables.

Para un europeo, México es un país al margen de la historia universal. Y todo lo que se encuentra alejado del centro de la sociedad aparece como extraño e impenetrable.

El obrero moderno carece de individualidad. La clase es más fuerte que el individuo y la persona se disuelve en lo genérico. Porque ésa es la primera y más grave mutilación que sufre el hombre al convertirse en asalariado industrial. El capitalismo lo despoja de su naturaleza humana –lo que no ocurrió con el siervo-, puesto que reduce todo si ser a fuerza de trabajo, transformándolo por este solo hecho en objeto. Y como a todos los objetos, en mercancía, en cosa susceptible de compra y venta. En realidad no es un obrero, puesto que no hace obras o no tiene conciencia de las que hace, perdido en un aspecto de la producción. Es un trabajador, nombre abstracto, que no designa una tarea determinada, sino una función.

La desconfianza, el disimulo, la reserva cortés que sierra el paso al extraño, la ironía, todas, en fin, las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena nos eludimos a nosotros mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que finge frente al señor.

La indudable analogía que se observa entre ciertas de nuestras actitudes y las de los grupos sometidos al poder de un amo, una casta o un Estado extraño, podría resolverse en esta afirmación: el carácter de los mexicanos es un producto de las circunstancias sociales imperantes en nuestro país; la historia de México, que es la historia de esa circunstancias, contiene la respuesta a todas las preguntas. La situación del pueblo durante el periodo colonial sería así la raíz de nuestra actitud cerrada e inestable.

En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro, y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestra emociones y reacciones. Palabras malditas, que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos. Confusamente reflejan nuestra intimidad: las explosiones de nuestra vitalidad las iluminan y las depresiones de nuestro ánimo las oscurecen.

Toda la angustiosa tensión que nos habita se expresa en una frase que nos viene a la boca cuando la cólera, la alegría o el entusiasmo nos llevan a exaltar nuestra condición de mexicanos: ¡viva México, hijos de la chingada! Verdadero grito de guerra, cargado de una electricidad particular, esta frase es un reto y una afirmación, un disparo, dirigido contra un enemigo imaginario, y una explosión en el aire.
La palabra chingar, con todos sus múltiples significados, define gran parte de nuestra vida y califica nuestras relaciones con el resto de nuestros amigos y compatriotas. Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.

Vicente Quirarte

Amante y lector de la Ciudad de México, Vicente Quirarte (Ciudad de México, 1954) se ha dedicado desde su primer libro a trazar mapas poéticos, ensayísticos y narrativos en el papel más perdurable y frágil: la memoria. Director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, Vicente Quirarte es poeta, dramaturgo, académico de la lengua y uno de los más prolíficos ensayistas de la literatura mexicana.

Por el sendero de la huelga

El 13 de febrero de 1958, cuando el presidente de la Asociación Nacional de Banqueros clamaba que la huelga de los telegrafistas no tenía “justificación legal” y que tolerarla equivaldría a “sentar un precedente”, nadie pensó que sus palabras resultarían proféticas. Esta vez, la “actitud de intolerancia” de los telegrafistas no sólo habría de sentar un precedente, sino que marcaría el inicio involuntario de un inolvidable movimiento huelguístico, el más importante del México contemporáneo. Unas cuantas semanas después, petroleros, maestros y ferrocarrileros seguirían el mismo camino.

Si los obreros exigían una “vida más digna”, no lo hacían con la intención de acrecentar las mejoras logradas en los años anteriores. Por el contrario, era la urgencia de resguardar sus conquistas lo que los incitaba a la protesta y a la huelga.

Si en las ciudades la situación era crítica, en el campo era dramática. Los jornaleros y los peones agrícolas deambulaban en vano de una región a otra en búsqueda de empleo. En 1956, año previo al estallido de la crisis, la agricultura nacional atravesaba ya por serios problemas y no precisamente de origen externo. Unos, latifundistas y terratenientes, preferían invertir en maquinaria e infraestructura (“los precios de afuera no son tan buenos y los de adentro no gozan de garantía”). Otros minifundistas, habían sido despojados en los últimos tres años de un 30% de los créditos usuales. El resultado final fue una sensible baja de la producción total. Con excepción del trigo y el café. La primera y evidente consecuencia de la crisis de la agricultura nacional fue el aumento de los precios de los productos de consumo mínimo de la población urbana. La segunda la congelación de salarios y la retracción del gasto, público; la crisis de la economía del país de 1957-1958, la más devastadora desde el cardenismo, era el resultado de la confluencia de dos grandes movimientos: la crisis mundial y la crisis de la agricultura nacional.

Durante el sexenio, Adolfo Ruiz Cortines y su séquito habían adoptado el camino tradicional para dar respiro a esta contradicción: el endeudamiento público. El gobierno fue obligado a adoptar su verdadera faz: realizó un cambio devastador en la distribución de los créditos agrícolas, los concentró en pocas manos, y remitió a los ejidatarios a los pasillos de la burocracia encargada de los asuntos agrarios. No se olvidó de pedir paciencia al campo. A los trabajadores urbanos les congeló el salario y las prestaciones. Retrajo el gasto público y lo canalizó hacia la industria manufacturera para “crear un clima favorable a las inversiones nacionales y extranjeras”.

“charros”, “charrísimo”, “charrazos”

el 21 de julio de 1948 el secretario de Hacienda, Ramón Beteta, cancela la paridad del peso con respecto al dólar. Días después, sobreviene la devaluación. En respuesta, el sindicato ferrocarrilero, el petrolero, el minero-metalúrgico, el de telefonistas y la Coalición de Sindicatos Industriales, llaman a un “paro general en el Distrito Federal para contrarrestar la política antiobrera yanqui del presidente Alemán. El 22 de agosto, los agentes del Estado Mayor Presidencial, encabezados por el coronel Serrano, y por ordenes expresas del presidente Miguel Alemán, toman por asalto los locales del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana. El Comité Ejecutivo Nacional del STFRM es desconocido por el gobierno. Jesús Díaz de León, obrero ferrocarrilero “El Charro”, traiciona a sus compañeros y acepta colaborar con el presidente. Respaldados por las bayonetas, “los charros” (seguidores de “El Charro”), usurpan la dirección del STFRM. La intención de la alianza gobierno-“charros” es obvia: aplastar al grupo ferrocarrilero de Acción Socialista Unificada.

Desde aquella fecha, el “charro”, el “charrismo” y los “charrazos” pasaron a formar parte de la compresión popular del drama sindical.

Un pueblo en la historia

No hace mucho tiempo, en la década de los cincuenta, México era visto aún como lo que ya había dejado de ser. Los que lo miraban desde el exterior insistían en hacerlo a través de la gente de los países occidentales y claro, los resultados eran poco optimistas: “país semifeudal”, “agrario con escuálido desarrollo industrial”, “colonial o semicolonial”, ambos también, “estación de la metrópoli” o “en estado embrionario”. Los del interior persistían en una proclividad poco imaginativa: en observarlo con los ojos de los de afuera. Los primeros se embelasaban deshojando al México indígena y su inconfundible historia campesina. Los segundos preferían identificarse con el “interés nacional por superar el subdesarrollo”.

Los sesenta son la época de la expansión de las clases medias citadinas y de la emergencia de un nuevo proletario industrial. Es el tiempo de emigrar por millones a la ciudad, al hacinamiento. En el campo, las cosas transcurren de otro modo. En lucha sorda y nacional, bajo las formas más variadas de dominación, el terrateniente y el capitalista agrario –que se apropian directamente del producto del trabajo de campesinos y peones- vencen aquí, allá y luego en muchas partes la resistencia de ejidatarios y pequeños campesinos.

Más que ninguna otra, la década que se inicia con la huelga ferrocarrilera y que transcurre hasta la matanza de Tlatelolco yace desdibujada en las ciudades.

De 1958 a 1968 constituyen las crisis entre las cuales se manifiesta el México de transición. La de 1958, resultado del desplazamiento del nudo de las contradicciones políticas hacia la clase obrera industrial, resume el empeño derrotado y aplastado de importantes capas del proletariado por librarse de las tenazas de la burocracia fabril. La derrota de una clase, la obrera, engendra las condiciones del ascenso de otra, la media.

Psicoanálisis del mexicano

Ciertos planos del alma humana deben quedar inéditos cuando no se gana nada con exhibirlos a la luz del día. Pero en el caso del mexicano, pensamos que le es perjudicial ignorara su carácter cuando éste es contrario a su destino, y la única manera de cambiarlo es precisamente darse cuenta de el. La verdad, en casos como éste, es más saludable que vivir en el engaño.

Los hombres no acostumbrados a la crítica creen que todo lo que no es elogio va en contra de ellos, cuando muchas veces elogiarlos es la manera más segura de en contra de ellos, de causarles daño.

El “pelado”

La psicología del mexicano es resultante de las reacciones para ocultar un sentimiento de inferioridad.

Para comprender el mecanismo de la mente mexicana, la examinaremos en un tipo social en donde todos sus movimientos se encuentran exacerbados, de tal suerte que se percibe muy bien el sentido de su trayectoria. El “pelado” mexicano constituye la expresión más elemental y bien dibujada del carácter nacional. Es un individuo que lleva su alma al descubierto, sin que nada esconda en sus más íntimos resortes. Ostenta cínicamente ciertos impulsos elementales que otros hombres procuran disimular. El “pelado” pertenece a una fauna total de categoría ínfima y representa el desecho humano de la gran ciudad. En la jerarquía económica es menos que un proletario y en la intelectual un primitivo. La vida le ha sido hostil por todos lados, y su actitud ante ella es de un negro resentimiento. Es un ser de naturaleza explosiva cuyo trato es peligroso, porque estalla al roce más leve. Sus explosiones son verbales, y tienen como lema la afirmación de sí mismo en un lenguaje grosero y agresivo. Ha creado un dialecto propio cuyo léxico abunda en palabras de uso corriente a la que da un sentido nuevo. Es un animal que se entrega a pantomimas de ferocidad para asustar a lo demás, haciéndole creer que es más fuerte y decidido.

Se es conveniente esquematizar su estructura y funcionamiento mental:

El “pelado” tiene dos personalidades: una real, otra ficticia.
Como el sujeto carece de todo valor humano y es importante para adquirirlo de hecho, se sirve de un ardid para ocultar sus sentimientos de menor valía.
La desconfianza de sí mismo produce una anormalidad de funcionamiento psíquico, sobre todo en la percepción de la realidad.
Como nuestro tipo vive en falso, su posición es siempre inestable y lo obliga a vigilar constantemente su “yo”, desatendiendo la realidad.

El mexicano de la ciudad

Es el habitante de la ciudad. Es claro que su psicología difiere de la del campesino, no sólo por el genero de vida que éste lleva, sino porque casi siempre en México pertenece a la raza indígena.

Su percepción es ya francamente anormal. A causa de la susceptibilidad hipersensible´el mexicano riñe constantemente, ya no espera que lo ataquen, sino que él se adelante a ofender. A menudo estas reacciones patológicas lo llevan muy lejos, hasta a cometer delitos innecesarios. El mexicano es pasional, agresivo y guerrero por debilidad; es decir, porque carece de una voluntad que controle sus movimientos.

El burgués mexicano

En el fondo, el mexicano burgués no difiere del proletario mexicano, salvo que, en este último, el sentimiento de menor valía se halla exaltado por la concurrencia de dos factores: la nacionalidad y la posición social. Parece haber un contraste entre el tono violento y grosero que es permanente en el proletario urbano y cierta figura del burgués.

El burgués mexicano tiene la misma susceptibilidad patriótica del hombre del pueblo y los mismos prejuicios que éste acerca del carácter nacional. La diferencia psíquica que separa a la clase elevada de mexicanos de la clase inferior, radica en que los primeros disimulan de un modo completo sus sentimientos de menor valía.
El mexicano burgués posee más dotes y recursos intelectuales que el proletario para consumar de un modo perfecto la obra de simulación que debe ocultarle su sentimiento de inferioridad. Podemos representar al mexicano como un hombre que huye de sí mismo para refugiarse en un modo ficticio.

La cultura criolla

El europeísmo ha sido en México una cultura de invernadero, no porque su esencia nos sea ajena, sino por la falsa relación en que nos hemos puesto con la actualidad de ultramar. Tenemos sangre europea, nuestra habla es europea, son también europeas nuestras costumbres, nuestra moral, y la totalidad de nuestros vicios y virtudes nos fueron negadas por la raza española.
Así, en México surge el arte de las iglesias como expresión inicial de la cultura criolla. Los lineamientos generales de ese arte estaban trazados por Europa, es casi vinieran a realizarse con piedras del suelo mexicano que la mano del indio labraba y ensamblaba, interpretando en ocasiones a su modo los motivos ornamentales. Como lenguaje del sentido religioso, la arquitectura criolla fue un arte viviente que en el acto se incorporo al nuevo mund

Obregón y el movimiento obrero.

El problema del decenio 1920-1930

Lo que se puede decir con más certeza sobre esta década es que fue un periodo dominado por el norte. El foco de la hegemonía norteña fue el estado fronterizo de Sonora. De donde procedieron los tres presidentes de ese decenio (Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles). El norte, que era una región colonizada principalmente por españoles y mestizos, carecía de la numerosa población indígena sedentaria de las regiones centrales y meridionales.

La historia económica del extremo norte también lo diferenciaba del resto de la República porque desde los primeros tiempos se caracterizó por la minería y una agricultura extensiva. La dinastía sonorense, una vez que ocupó el poder emprendió la tarea de encontrar una solución creativa para el problema de la reconstrucción del país.

En el decenio de 1920-1930 los principales objetivos de la política gubernamental fueron, esquemáticamente los siguientes: a) la racionalización de la agricultura en gran escala, impulsando una mayor producción con la amenaza de la reforma agraria; b) el mejoramiento de la infraestructura del transporte y de las comunicaciones; c) la ampliación en gran escala del sistema educativo, especialmente hacia el campo; d) la reducción del volumen del ejército y su profesionalización; e) la eliminación de los regionalismos y particularismos; y f) el intento de crear un marco para dar a los problemas politicosociales de México una solución corporativa, que en su mayor parte fue obra de Calles.

Álvaro Obregón

El mayor genio estratégico y militar de la revolución; demostró desde sus primeros tiempos la movilidad constante y el oportunismo que caracterizaron a la coalición norte de caudillos revolucionarios.

Dio el primer paso al campo político, durante la rebelión de Pascual Orozco contra Madero, en 1912 organizando entre un grupo de agricultores ricos como él una fuerza militar. Fue él quien concibió el plan de avance de los constitucionalistas hacia el sur, que culminó con la toma de la ciudad de México en 1914.

Carr, Barry. El movimiento obrero y la política en México, (1910-1929). México, Era, p.p172-193.

Barry Carr es profesor del Departamento de Historia de la Universidad de La Trobe, Bundoora, Victoria, Australia. Sus investigaciones versan sobre la historia obrera y agrícola de América Latina en el siglo XX, especialmente México, el Caribe y América Central. También ha escrito sobre el desarrollo del marxismo, el comunismo y la izquierda en América Latina. Es autor de Marxism and Communism in Twentieth Century Mexico (1992) y, con Steve Ellner, The Latin American Left: From Allende to Perestroika (1993).

El Ateneo de la Juventud

México necesita poseer tres virtudes cardinales para llegar a ser un pueblo fuerte: riqueza, justicia e ilustración… volved los ojos al suelo de México, a nuestras costumbres y nuestras tradiciones, a nuestras esperanzas y nuestros anhelos, a lo que somos en verdad.
Antonio Caso (en 1916).


A partir de 1906 se registran importantes transformaciones internas en el cuerpo aparentemente monolítico de la cultura porfiriana. En enero de 1906, Alfonso Cravioto y Luis Castillo Ledón publican Savia Moderna, que continúa las líneas fundamentales de la Revista Moderna y que, en ese mismo año, presenta una exposición de jóvenes pintores: Ponce de León, Francisco de la Torre, Diego Rivera, Gerardo Murillo, el Doctor Atl, vuelto de Europa, encabeza la difusión del impresionismo y el desprestigio del arte pompier. En 1906 se inician las reuniones de un grupo de intelectuales (Alfonso Reyes, Antonio Caso, José Vasconcelos, Pedro Henríquez Ureña) para leer a los clásicos.

La sustancia mitológica del Ateneo de la Juventud incluye estos puntos:

Es una generación con claridad y unidad de propósitos, con altísima idea de su encomienda, rebelde e inconforme ante la cultura porfiriana.
Destruyen las bases sociales y educativas del positivismo y propician el retorno al humanismo y a los clásicos.
Recuperan, descubren y hacen circular a autores como Platón, Schopenhauer, Kant, Boutroux, Bergson, Poicaré, William James, Wundt, Nietzsche, Schiller, Lessing, Oscar Wilde y Hegel.
Renuevan el sentido cultural y científico de México.

La generación del 15

Un fenómeno mítico como la generación del 15, que carece de una considerable obra escrita y sólo al principio conoce la unidad de acción que desemboca en los puestos administrativos, resulta singular por la importancia del shock cultural que emblematiza, la primera reacción elitista no meramente defensiva ante la revolución. Estos intelectuales permanecen en México y quieren participar en la vida pública.

A la Generación del 15 ya sus maestros los ateneístas, formados (o reformados por) los ideales de la Grecia clásica, los acontecimientos les resultan incomprensibles o ajenos las más de las veces. Lo que se conoce como Generación de 15 ha de actuar plenamente a partir de 1921 cuando se acepta a Vasconcelos como figura guiadora. Pese a Antonio Caso (o quizás gracias a él) la Generación del 15 carece de disciplina y maestros y no intenta una labor crítica sino pedagógica.

LOS OBREROS-ARTESANOS EN LAS FÁBRICAS

Mario Camarena
Susana A. Fernández

Introducción

Durante el periodo posrevolucionario, en el municipio de San Ángel se encontraba una pequeña zona industrial textil en la que había cinco grandes fábricas: La Magdalena, la Santa Teresa, La Alpina, La Hormiga y La Abeja. Esta zona textil se fue conformando desde fines del siglo XIX, hasta la década de los años treinta del presente siglo. Las fábricas daban empleo a 3,470 operarios. De 12 mil habitantes, la región se caracterizaba por ser una zona agrícola; así pues, las empresas fabriles se encontraban rodeadas por diversos poblados campesinos.
Las factorías representaron la viva imagen de la modernidad ante los ojos de los lugareños de esos años, debido a los enormes cambios que su instalación trajo aparejada, como fue la alteración de la naturaleza: contaminación de los ríos, ruido ensordecedor y hacinamientos humanos, entre otros; y también por la gran concentración de los hombres y mujeres que laboraban en el interior de las fábricas, repartidos en 49 diferentes oficios, lo que indica no sólo la magnitud de los establecimientos fabriles, sino también la gran división del trabajo que había.[1]
No obstante que estas empresas habían ido sufriendo grandes transformaciones en el aspecto técnico y organizativo, que se reflejaban en un aumento de la producción, de las ventas y en el número de obreros a lo largo de los cuarenta años, cabe indicar que tal modernización no significó que se diera un cambio automático en los hábitos culturales de trabajo de los obreros. Este fue un proceso más lento en el que por mucho tiempo los trabajadores siguieron conservando, dentro del proceso productivo, una lógica de trabajo de tipo artesanal.El conocimiento básico del oficio era transmitido en forma oral por los maestros, pero para alcanzar el dominio del mismo se requerían largos años de práctica. Ello permitió que los trabajadores pudieran seguir manteniendo una estructura jerárquica al interior de la fábrica, basada en el respeto a quienes poseían el conocimiento y habilidades en lo referente al manejo de las maquinarias, la selección del material, etcétera.

mural

Cárdenas y la nueva alianza

Cuando en México tomó posesión un nuevo presidente a fines de noviembre de 1934, casi todos los intereses comerciales esperaban una continuación del maximato. El general Lázaro Cárdenas era conocido como protegido de Calles.Después del estallido de la revolución mexicana, y aproximadamente doce años después de que la Constitución de 1917 diera un nuevo curso a la nación mexicana, México parecí estar embarcado en un proceso de desarrollo que tenía mucho en común con el del porfiriato. El capital extranjero seguía controlando los sectores básicos de la economía y la inversión extranjera había aumentado en la última década. El comercio mexicano estaba más estrechamente ligado que nunca al de Estados Unidos.El comercio exterior mexicano se basaba en la exportación de minerales.La política del gobierno de Cárdenas se basaba en el supuesto de que si bien el capitalismo era necesario para el desarrollo de México, podía ser controlado y regulado por el Estado.Previó en unión de los obreros y campesinos movilizados, implementó, una reestructuración de la sociedad mucho más radical que las de sus predecesores o los regímenes populistas en otros países latinoamericanos. El fracaso de la política de Cárdenas en tener los efectos esperados puede explicarse por el fracaso del gobierno en comprender plenamente los límites de la autonomía estatal en el contexto de una sociedad capitalista.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA:

¿BURGUESA,NACIONALISTA, O SIMPLEMENTE UNA “GRAN REBELIÓN”?Alan Knight.Dos variantes en particular de esta interpretación de la “fracción de clase” de la revolución merecen ser examinadas más atentamente. Primero, existe una moda de explicaciones bonapartistas (que, de nuevo, exhibe la influencia de Poulantzas y de su escuela). Según este análisis, la Revolución estableció un régimen bonapartista en el que el estancamiento de las fuerzas de clase permitió que el liderazgo revolucionario –el “caudillismo revolucionario” de los sonorenses- asumiera el control político, relativamente autónomo de la fuerza de clases (aunque, en última instancia, en el interés de la burguesía.“la Revolución tuvo ... dos fases diferentes: una en la que el único objetivo parecía ser acabar de cuajo con el pasado; y otra en el que se intentó salvar fragmentos del naufragio del viejo orden”.TocquevilleLas políticas formales, entonces, exhibían una indiferencia hacia las preocupaciones “maderistas” de un gobierno representativo (de ahí la “cruzada” de Vasconcelos en 1929); y un mayor compromiso por un jacobismo impopular en vez de por las cuestiones laborales o la reforma agraria. Pero las políticas formales no lo eran todo. De hecho, mi argumento de un Estado (relativamente) débil, sobre el que se actúa en mayor grado de lo que él mismo actúa, requiere que se le otorgue la debida relevancia otros factores: esto es, a las fuerzas informales (no oficiales) y a las tendencias que ocurrieron sin la autorización (consciente) de ninguna persona. La Revolución –en palabras paradójicas- tuve una faz “burkeana” tanto como una jacobina. Por razones analíticas, estos cambios “burkeanos”, no oficiales, pueden dividirse en políticos y económicos (aunque, en la práctica, se entretejían constantemente, como lo veremos). Políticamente, la Revolución destruyó mucho del viejo orden. Después de 1914-15, es cierto, esto obedeció a una política consciente, a medida que los constitucionalistas –y sus sucesores, como Carrillo Puerto en Yucatán- eliminaban sistemáticamente a sus enemigos.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA, 1910-1920

John Womack.La acción de las masas es consensual, intencional y redistributiva; la violencia colectiva mide la transformación estructural; y el nacionalismo reúne intereses en una división limitada del trabajo.El movimiento «del pueblo» es movimiento por «el pueblo» y para «el pueblo».El principal significado histórico de la Revolución mexicana: tenacidad capitalista en la economía y reforma burguesa del Estado, lo que contribuye a explicar la estabilidad del país: Durante las luchas de los decenios de 1920 y 1930 y su crecimiento extraordinario y discordante después de 1940.Estas son las fechas que marcan la Revolución:OCTUBRE DE 1910 – FEFRERO DE 1913FEBRERO DE 1913 – AGOSTO DE 1914AGOSTO DE 1914 – OCTUBRE DE 1915OCTUBRE DE 1915 – MAYO DE 1917MAYO DE 1917 – OCTUBRE DE 1918NOVIEMBRE DE 1918 – JUNIO DE 1920JUNIO DE 1920 – DICIEMBRE DE 1920Así pues, la lucha entre los vencedores de 1914 dio por resultado un régimen nuevo. La institución política central no era un líder o partido nacional, sino una facción regional, la burguesía del noroeste, que no había sido consagrada internacionalmente, pero que se encontraba atrincherada de forma inexpugnable en los niveles más altos del Estado y dispuesta a dirigir una “reconstrucción” regionalizada, flexible, mediante pactos con facciones pertenecientes a otras clases. El nuevo Estado, por lo tanto, haría las veces de partido burgués de la nación. Su función anunciaba su programa: una larga serie de reformas desde arriba, para evadir, dividir, disminuir y constreñir las amenazas que se cernían sobre la soberanía y el capitalismo mexicanos procedentes del extranjero y de abajo.